Los miles de seguidores que acudan a las calles de Bruselas a saludar a los miembros de los 'diablos rojos' lo harán con varios motivos para celebrar y con una mejor historia en un Campeonato del Mundo,
La selección belga regresa de Rusia 2018 como la tercera mejor del torneo, fiel a una propuesta de juego y con alguno de sus integrantes consolidados en la elite del fútbol internacional.
La derrota encajada contra Francia en San Petersburgo, en semifinales, no puede ocultar el buen rendimiento del conjunto entrenado por el español Roberto Martínez, otro de los que sale reforzados del torneo.
Bélgica, admirada por su talante sobre el césped y el gusto por la pelota como premisa, ha ganado seis de sus siete partidos en Rusia. Alguno tan memorable como el triunfo que logró contra Brasil, en los cuartos de final. Un éxito histórico que dio la medida de la ambición de los diablos rojos, después estancada por el choque contra el conjunto galo, que fue el que alcanzó la final.
La generación de oro del fútbol belga no volvió la cara a la Copa del Mundo. Lejos de ser aquél conjunto inestable en la alta competición, como quedó evidente en Brasil 2014 y la Eurocopa de Francia 2016, en plena madurez de sus principales integrantes, Bélgica respondió en Rusia.
Transitó como el equipo más goleador durante gran parte de la competición. Superó con solvencia a Panamá y Túnez, sus primeros adversarios y en un choque de relativa relevancia, entre dos equipos ya clasificados, venció a Inglaterra por primer vez en el Mundial 2018, otro de los conjuntos llamativos del evento.
Japón sometió, en las eliminatorias directas, a una dura prueba al equipo de Roberto Martínez, que estuvo durante muchos minutos fuera del torneo. Una sobresaliente reacción, un golpe de timón del técnico, dio un giro al partido, que terminó en las manos europeas en veinte minutos después de tener un 2-0 en contra.
Este partido de Rostov y la victoria sobre Brasil, con autoridad y firmeza, dispararon las expectativas de los integrantes de los 'diablos rojos', que se convencieron del todo de que podían aspirar a todo en Rusia.
Francia, no obstante, supo contrarrestar la propuesta belga y en el partido clave del Mundial, en la semifinal de San Petersburgo, echó por tierra las ilusiones de Martínez y los suyos. Bélgica despertó de su sueño.
La selección belga cumplió a continuación y volvió a imponerse a Inglaterra para sumar su sexto éxito en Rusia y lograr el mejor puesto de su historia. Hasta ahora, el cuarto lugar conseguido en México 1986 de la mano de aquella generación, referente, de Jean Marie Pfaff, Enzo Scifo o Jean Ceulemans, era el tope mundialista belga
Un techo que superó la Bélgica actual, consolidada como uno de los mejores equipos nacionales del mundo. Dirigida por un técnico que se situó entre los grandes estrategas de este deporte sostenida por una promoción que por fin rindió como se esperaba.
Rusia 2018 encumbró a gran parte de ese plantel. Reafirmó el talento y la versatilidad del jugador del Manchester City Kevin De Bruyne, la solidez de Axel Witsel. Contempló, de nuevo, la mejor versión del meta Thibaut Courtois, la contundencia de Romelu Lukaku.
Pero sobre todo, reafirmó como estrella a Eden Hazard. El jugador del Chelsea no desapareció en ningún momento, ni un minuto. Fue el líder de los diablos rojos y sobre el césped se acomodó entre los grandes. Su nombre animará las comidillas del verano. Su cotización se disparó.
Rusia 2018 puede suponer un punto de inflexión en el fútbol belga. Muchos de los componentes del plantel que quedó tercero en el Mundial dirán adiós a la camiseta roja. Será el final de una parte de la generación dorada. Pero aún hay tiempo para que hombres como Hazard, De Bruyne, Courtois o Lukaku expriman su talento en Catar. Puede ser el final de una era y el inicio de la mejor Bélgica de la historia.