Los 90 segundos que tardó en adelantarse Holanda contra Alemania, el 7 de julio de 1974, permanecen como el gol más rápido de la historia en una final.
La "naranja mecánica" de Rinus Michels tocó 18 veces el balón y dio 14 pases antes de que Cruyff fuese derribado en el área y Johan Neeskens anotase de penalti, sin que los alemanes hubiesen llegado a entrar en contacto con el balón.
El centrocampista, que ese verano ficharía por el Barcelona, ha confesado que lanzó el penalti por el centro por puro nerviosismo, pero su gol dio lugar a un estudio académico de Wolfgang Leininger y Axel Ockenfels, quienes en 2008 hablaron del "efecto Neeskens", al convertir el disparo por el centro en una opción más desde el punto de penalti y abrir el abanico de posibilidades.
El gol más tardío en una final, mientras, es de otro barcelonista, el español Andrés Iniesta que dio el título mundial a España después de 117 minutos de pugna contra Holanda. Cuatro años después, Mario Götze anotó el gol del triunfo alemán, sobre Argentina, en el minuto 113.