Luis Miguel Pascual
París, 16 jul .- "'Grizou' (cariñosa apelación con la que se conoce en Francia a Antoine Griezmann) rima con 'Zizou' (Zinedine Zidane)", asegura Paul Pogba que, además de talento en el campo, tiene otro para buscar el eslogan perfecto.
"No me toquéis a 'Grizou'", dijo hace dos años, cuando el jugador del Atlético de Madrid, en plena Eurocopa, era blanco de las críticas, que borró a base de goles para acabar siendo el mejor de un torneo en el que su equipo acabó segundo.
"Entonces marqué muchos goles y no ganamos, voy a tratar de marcar ahora menos a ver qué pasa", bromeaba Griezmann en vísperas de la final contra Croacia.
Lo tenía todo el jugador de Mâcon para convertirse en el heredero de Zinedine Zidane, el hombre que sin duda todo el mundo señaló como el artífice del primer Mundial de Francia. Hasta que se cruzó en su camino Kylian Mbappé, un prodigio de 19 años, talento desbordante y madurez precoz que puede robarle la estrella.
Asfixiado por la alegría del éxito ha quedado el debate en Francia. ¿Tú eres más de "Grizou" o de Mbappé? La pregunta está latente, a la espera de que los cantos de felicidad dejen paso a otras emociones.
Porque si Griezmann evoca a "Zizou", uno de los mejores jugadores de todos los tiempos, la eclosión de Mbappé lleva a pensar en Pelé, el máximo goleador de todos los tiempos.
Contra Croacia se convirtió en el segundo jugador en marcar en una final con menos de 20 años, 60 años después de que lo hiciera "O Rei". Antes, le había seguido en otros récords, como el de marcar dos goles en un partido a eliminación directa en un Mundial sin haber cumplido los 20.
Aunque el mundo ya le conocía desde que el pasado verano el París Saint-Germain desembolsó 180 millones para hacerse con un jugador de 18 años, fue en el duelo de octavos de final contra Argentina cuando demostró que las grandes citas no le asustan.
En la jugada que desembocó en el penalti con el que Francia abrió el marcador ante los de Jorge Sampaoli, Mbappé corrió hasta a 37 kilómetros por hora. Una exhalación hacia el firmamento de los mejores.
El penalti lo marcó Griezmann que, haciendo menos ruido que hace dos años, ha sido decisivo en la mayoría de los goles de Francia.
En la final, su pie fue vital en tres de los cuatro que le marcó a Croacia: sacó la falta que acabó en el 1-0 en propia puerta de Mario Mandzukic ("la FIFA debería dármelo a mi, el balón iba dentro", bromeaba tras el encuentro), marcó el penalti del segundo y dio a Paul Pogba el pase del cuarto.
Antes, había abierto el marcador contra Argentina -también de penalti-, sacó la falta que permitió a Raphael Varane marcar en cuartos frente a Uruguay, a quien marcó el segundo con la ayuda del portero "charrúa" Fernando Muslera, y de nuevo repitió centro, esta vez a Samuel Umtiti, en la ajustada semifinal frente a Bélgica.
A ello sumó el primer tanto de Francia en el Mundial, de nuevo de penalti, contra Australia.
Segundo máximo goleador tras el inglés Harry Kane, tercer mejor jugador de la competición tras el croata Luka Modric y el belga Eden Hazard, el colchonero tiene intactas todas sus opciones para alcanzar el Balón de Oro, un galardón del que fue tercero en 2016 y que Zizou ganó en 1998, tras ganar el Mundial.
Si se respeta la regla no escrita de que el Balón de Oro sale del campeón del mundo los años de Mundial -regla que no se ha cumplido en los dos últimos torneos-, su principal rival puede estar en casa.
Mbappé marcó su primer gol contra Perú en la fase de grupos, dos más frente a Argentina y remató con otro en la final. Fue elegido el mejor joven del torneo y probablemente la revelación de la competición, el jugador que ha brillado con más fuerza.
Aunque con toda la prudencia que exige su juventud, su proyección le sitúa a la altura de los mejores.
"Kiki (sobrenombre que ha puesto a Mbappé) ya no es futbolista. Su oficio ahora es cerrar bocas", asegura Pogba, que le reserva "un lugar en el Olimpo".