Derrota vergonzante

Cuando se enteró ya había perdido
El Real Madrid ha sido netamente superior al conjunto de Paco Chaparro. Corrían seis minutos de partido y ya Higuaín y Raúl habían destrozado las ilusiones verdiblancas. Corrían 15 y Huntelaar comenzó a reivindicarse tras una defectuosa dejada de Ricardo, y a los 25 ya el equipo de Chaparro veía el partido casi imposible con un 3-0 en contra y con una defensa con fugas por las bandas, por alto y por bajo. Poco parecía quedar de los dos partidos anteriores ante el Sevilla y el Barcelona. Porque el Real Madrid, además de por calidad, ganaba por ganas. El Betis, inédito en la primera media hora, comenzó a espabilarse, tan tarde como para perder el partido, rozando los 30 minutos. El despertador fue Ricardo Oliveira, que se adjudicó un golazo con un magnífico tiro lejano al que no pudo reaccionar Íker Casillas y que pudo arrojar las sábanas, blancas, claro, poco después enviando un balón al palo que podría haber apretado algo más el partido. Pero fue un mero desvelo. Cayó en el sueño de nuevo y le cayeron otros tres ante la pasividad de la defensa verdiblanca, porque achacable es no saltar ante el delantero rival, no seguir la continuación de las jugadas y dejarle dos metros por sistema a los atacantes del Real Madrid.  Podríamos seguir contando una segunda mitad casi sin sentido, que se han tomado ambos equipos con el mero objetivo de dejarla pasar. Unos, los locales, a reservar a jugadores y no lesionarse, y otros, los visitantes, a que no aumente la cuenta de tantos en contra. Pero lo clave del partido queda más que claro con lo sucedido en los primeros 45 minutos. Ni en ellos ni en el descanso se vieron muchas ganas, ni de ganar ni de nada.