Beñat Etxebarria, vizcaíno de Igorre, e Iñaki Goitia, vizcaíno de Baracaldo, fueron los dos puntales de la victoria del Betis en Elche y están siendo dos de los protagonistas más importantes del fulgurante principio de temporada en Heliópolis. También son los dos últimos ejemplos de la extraña y maravillosa conexión que existe entre esa gran tierra que es el País Vasco y el Betis, porque no hay hito en la historia de las trece barras en el que no aparezca un vasco: la espina dorsal del equipo campeón de Liga en 1935, Antonio Barrios y sus tres ascensos a Primera, Esnaola en la Copa del 77...
Sólo en Primera ha habido veinte vizcaínos y nueve guipuzcoanos que se pusieron la camiseta verde y blanca alguna vez, sin contar los entrenadores. El protagonismo fue patente desde el principio de todo. En la plantilla que logró el primer ascenso a Primera, en 1932, ya había dos vascos: Soladrero (Arrigorriaga) y Martín (Baracaldo). El boom se produjo poco después e hizo que en el campeón de la Liga 34-35 hubiese seis: Urquiaga (Zorroza), Aedo (Baracaldo), Areso (Ordicia), Lecue y Larrinoa (ambos de Arrigorriaga) y Unamuno (Vergara).
La Guerra Civil dispersó este equipo campeón y a medio plazo condenó al Betis a bajar a Tercera. Cuando ese calvario de siete años concluyó, en 1954, también había un vasco allí: Sabino Barinaga (Durango). Y cuando el Betis por fin retornó a Primera, en 1958, allí estaban León Lasa (Beasain) en el campo y Antonio Barrios (Guetxo) en el banquillo.
La temporada 63-64 es una de las mejores de la historia del Betis: acabó tercero y se clasificó para Europa por primera vez. Lasa aún seguía en aquel equipo, acompañado ahora por el inolvidable Eusebio Ríos (Portugalete), Portilla (Bilbao) y Ansola (Elgoibar), este último autor de 17 goles. A ellos se les unió en el Betis europeo de la 64-65 Azcárate (Añorga).
EL GRAN ‘GORRITI'. Durante los siguientes años, lo más sobresaliente que alcanzó el Betis fueron tres ascensos. En el de 1967 aún seguían Eusebio Ríos, Azcárate y Landa, y Antonio Barrios volvía a ser el técnico. En el de 1971 repitió Barrios, ahora con Irízar (Vergara). Y en el de 1974 intervinieron Aramburu (Santurce)... y un portero guipuzcoano de Andoain que atendía al nombre de José Ramón Esnaola. Gorriti participó en otro ascenso, el de 1979, aunque huelga decir que su hueco de honor en la historia del Betis se lo ganó el 25 de junio de 1977 en la final de la Copa del Rey frente al Athletic.
Aquel equipo campeón también era dirigido por un entrenador vasco, Rafael Iriondo (Guernica). Y cuando se marchó, al año siguiente, llegó un paisano suyo para subir a Primera. Era Lasa, el ex futbolista del ascenso del 58 y de la histórica 63-64.
En los 80, Calleja (Ortuella) fue titular durante seis años, disputó una UEFA (84-85) y por supuesto marcó aquel mítico gol de la salvación en Las Palmas. Y cuando el beticismo volvió a festejar sólo ascensos, no faltó gente como Rubén Bilbao (89-90) o Yubero (Irún), Txirri (Baracaldo) y Roberto Ríos (Bilbao) en el de la 93-94. El hijo de Eusebio Ríos puso el toque vasco en el subcampeonato copero del 97.
Desde entonces, la presencia de Euskadi en Heliópolis se ha atenuado. Pero este año, cuando el Betis pelea por ascender, vuelve a resurgir: Goitia para todo lo parable y Beñat es la revelación total. Igual acaban teniendo un hueco en la historia del club, como tantos otros vascos.
El Correo de Andalucía