Es Noticia

La meteórica carrera de Fabián en tres breves historias

Alejandro Rodríguez

Fabián Ruiz cumplió el pasado sábado en Lugo uno de los sueños que tiene escritos en su hoja de ruta balompédica: debutar en partido oficial con el primer equipo del Betis. La fecha quedará grabada para siempre en su mente de futbolista, pero no es la única. Hay al menos tres momentos que están subrayados en rojo en esta meteórica carrera suya hacia la élite.

Para encontrar la primera hay que remontarse diez años atrás. Fabián apenas tenía ocho años y apareció liderando al equipo de la Escuela de ‘La Unión’ en un encuentro de fútbol provincial en el Estadio Olímpico. Aquel día cayó en semifinales ante la Escuela de Utrera, liderada entonces por un tal Dani Ceballos, curiosamente, su pareja en el centro del campo verdiblanco el pasado sábado en Lugo. Seguramente, aquella tarde en la Cartuja ni siquiera tuvieron la capacidad para soñar que sólo diez años después se volverían a ver en un terreno de juego de esa manera, defendiendo los mismos colores. Fabián cayó en aquellas semifinales, pero dejó con la boca abierta a los ojeadores verdiblancos. Fue fichado en el acto y al año siguiente ya estaba jugando en el Benjamín de segundo año.
Tampoco olvidará Fabián, ni los que allí lo vieron, lo que ocurrió en el estadio de La Barrera, en Mairena del Alcor, cuando era alevín. Se disputaba la final de la Copa de Andalucía y se veían las caras el Sevilla y el Betis. Al mando del cuadro heliopolitano había un menudo centrocampista que destilaba una calidad extraordinaria. Se llamaba Fabián y cuentan los que allí estuvieron que ganó el partido él solito. ‘Scoutings’ y agentes se quedaron con el nombre de aquel niño y comenzaron a seguirle la pista.
No fue fácil. De repente, en infantiles, perdió el protagonismo que había tenido en la categoría anterior. La gente preguntaba en los campos de entrenamiento. “¿Y Fabián? ¿Dónde está? Sí, ya saben, ese talentoso mediapunta pequeñito…”. Dos hechos, uno físico y otro táctico, marcaron un año muy complicado. Fabián dejó de ser el pequeño Fabián para convertirse en un jugador imponente para su edad. En apenas seis meses creció treinta centímetros, un cambio físico explosivo al que su fútbol tardó en acostumbrarse. Su coordinación se resintió y le puso un poquito más difícil si cabe adaptarse al fútbol once, novedad que apareció en infantiles y que dejó algo desubicado al principio al futbolista bético.
Este ligero frenazo en su progresión le hizo si cabe ser aún más fuerte cuando pasó a cadete. Con 15 años volvió a ser el Fabián que dejó a todos alucinados cuando era benjamín y alevín. El Betis colocó su nombre en la lista de perlas a las que hay que cuidar como oro en paño. Tanto es así, que este mismo verano, antes siquiera de poder intuir que acabaría debutando un día de diciembre con el primer equipo, el club heliopolitano decidió atarlo bien atado. En septiembre firmó un contrato de tres años como profesional con una cláusula antifugas. En la cantera verdiblanca nadie quería bromas con ese niño que tanto les había asombrado aquella tarde de 2004 en el Olímpico.
Esta es la vertiginosa carrera de Fabián hacia la élite en tres pequeñas historias. Son sólo tres, escogidas, pero sólo tres. Hay muchas más, posiblemente tantas como personas que lo han visto jugar en directo y que se han llevado guardada en su retina la imagen de este fantástico pequeño/grande futbolista.

Escribir comentario 0 comentarios
Deja una respuesta
Su comentario se ha enviado correctamente.
Su comentario no se ha podido enviar. Por favor, revise los campos.

Cancelar