Hubo un tiempo en el que Francisco Portillo no quería ver un ascensor ni en pintura. No era fácil, pero el futbolista verdiblanco se las ingeniaba una y otra vez para evitar meterse en ese dichoso rectángulo mecánico. En alguna concentración del Málaga llegó a subir y bajar hasta en seis ocasiones ocho pisos con el fin de evitar un artefacto al que le había cogido fobia.
La historia ahora la puede contar con una sonrisa de oreja a oreja, pues la tirria está más que superada, sin embargo no siempre fue así. Todo comenzó cuando era un crío y hacía las clásicas bromas de crío. Una de aquellas ingenuas gamberradas se le volvió en contra y acabó encerrado en el ascensor. Desde entonces, no volvió a subirse a uno hasta que un buen día lo superó porque no le quedó más remedio. ¿Quieres saber cómo lo hizo? Lo mejor es que veas al propio Portillo contándolo.
Por cierto, el centrocampista verdiblanco vive en Sevilla en un décimo piso y cada día coge el ascensor...