El hijo pródigo siempre vuelve a casa. Heliópolis se vistió de fiesta en un lunes especial para la capital hispalense, con una cita marcada por el retorno de Rubén Castro al Villamarín. El encuentro ante el Leganés nutrió a la parroquia verdiblanca de felicidad por partida doble, con un triunfo que deja los puestos europeos a tiro de piedra y que subrayó la vuelta del máximo goleador de la historia del Real Betis.
El ariete canario desató la locura de la hinchada bética, con la vuelta a la que fue su casa tras ocho meses de letargo. El postrero gol de los pepineros lastró las opciones de un equipo que se vio con una notable soltura en el marcador, merced a las dianas iniciales de Tello y Joaquín. No obstante, la acción que marcó el término de la primera mitad obligó a Setién a introducir pólvora arriba, en busca de dinamitar un encuentro que parecía atragantarse.
Ahí llegó el momento del tiburón. Hay cosas que nunca cambian y menos si está Rubén Castro de por medio. Cuando el encuentro parecía perdido, el delantero anotó la pena máxima decisiva, que brindó el triunfo final a los verdiblancos y que demuestra que las apuestas seguras, siempre son las ganadoras.
Y su leyenda no acaba ahí. El ariete canario tiene entre sus manos la opción de destrozar un nuevo récord de la entidad, quedando a un solo gol del montante total de Poli Rincón, el hasta la fecha máximo ariete con 78 dianas por las 77 que posee Rubén Castro. Un futbolista que marcó y marcará una época en el Villamarín.