Riza Durmisi dejaba de ser futbolista del Betis este viernes, después que fuera anunciado su traspaso a la Lazio a cambio de 6,5 millones de euros más uno opcional por objetivos. Se ponía así punto final a dos temporadas del danés con la elástica verdiblanca, en la que ha protagonizado diferentes momentos. Firmó un primer año muy llamativo, fue perdiendo peso en el segundo.
El lateral aterrizó en Heliópolis en verano de 2016 de la mano de Miguel Torrecilla, entonces director deportivo bético, por 2 millones de euros procedente del Brondy danés. Una apuesta que algunos podían entender arriesgada por la inexperiencia de Durmisi en una competición tan potente como la española, pese a ya haber destacado en su país.
Sin embargo, la adaptación de Durmisi fue extraordinaria y causó sensación desde el primer momento. Se hizo dueño del lateral zurdo y pronto llamó la atención su velocidad y su capacidad de incorporarse al ataque. Pese a que el año del Betis fue irregular, con cambio de entrenadores –Poyet, Víctor Sánchez del Amo y Alexis-, el danés fue un fijo en las alineaciones, más allá de alguna ausencia puntual, y se revalorizó.
Su segundo año en el Betis no fue tan regular como el primero, a pesar de que el equipo, ya con Setién en el banquillo, mejoró notablemente su nivel. Durmisi no ofreció el mismo nivel durante la primera parte del campeonato, en la que sí fue titular, y en la segunda su rol varió con la irrupción de Junior Firpo que le arrebató el puesto para dejarlo en el banquillo. Un rendimiento que incluso le costó el Mundial.
Durmisi cierra su etapa en el Betis después de haber jugado 51 partidos como verdiblanco en dos años, entre LaLiga Santander y Copa del Rey, y habiendo marcado tres goles. Tantos, eso sí, que fueron especiales porque dos de ellos fueron ante el Sevilla en el derbi. El del primer curso con una falta, de un partido que los béticos perdieron (1-2), y también firmó diana en el recordado derbi del Sánchez-Pizjuán de este curso (3-5) con victoria para el Betis.