Las dudas, la impaciencia, los primeros pitos, los futbolistas señalados, todas las brechas de un equipo, incipientes o profundas, se suturan en fútbol con el gol y con sumar de tres como hizo el Betis de Quique Setién ante el Girona (0-1) en un partido con los nombres propios de Francis Guerrero, Loren Morón, Aïssa Mandi y Pau López.
Uno de los axiomas más empleados en el fútbol, en la hierba, en los banquillos y en las 'plantas nobles', es 'que entre la pelotita' como premisa fundamental para que no haya problemas y no surjan los nervios y la incertidumbre: tanto en el campo como en la gestión, sin gol no hay nada.
La idea de Setién de macerar, tocar, salir desde atrás sin rifar la pelota ha tenido y tiene tantos partidarios como potenciales detractores si el concepto no se traduce en goles y puntos pese a haber demostrado su validez con la clasificación europea para esta temporada tras clasificarse sextos en la pasada competición liguera.
La memoria frágil de cierto sector de la grada, otro de los clásicos de un deporte en el que cada aficionado lleva dentro a un entrenador o un inquisidor, ha derivado en este comienzo de temporada en críticas hacia algunos jugadores, como el caso del lateral diestro Francis Guerrero, a las que el santanderino respondió en el partido ante el Athletic de Bilbao y por lo que pidió disculpas.
Por ello, Quique Setién manifestó tras la victoria en Montilivi que era "un día importante para el equipo, también para Francis y para Loren", protagonistas ambos de la jugada del gol del triunfo bético en el minuto 64, cuando el delantero remató con la rodilla un centro medido del lateral canterano.
La impaciencia se había instalado en algunos aficionados por la falta de gol a pesar de la consistencia defensiva lograda por los de Setién, pese a su buen arranque en la Liga Europa ante el Olymmpiacos griego y pese a la buena imagen mostrada en la competición doméstica, con el único lunar del estreno en casa ante el Levante (0-3).
El Betis, tras esa derrota, ha empatado a cero en sendos desplazamientos ante el Alavés y Valencia; y en casa le ha ganado al Sevilla (1-0) y empatado a dos con el Athletic de Bilbao antes del triunfo en Girona, que coloca a los béticos con nueve puntos en octava posición antes de recibir el próximo domingo al Leganés.
Francis subrayó el poder balsámico del gol tras la victoria en Montilivi al afirmar que por como estaban jugando y las ocasiones que estaban creando "se quedaba una sensación agridulce", en lo que abundó el goleador Loren al subrayar que espera que "este triunfo sea un punto de inflexión".
Ambos jugadores le pusieron la guinda a un partido en el que el Betis volvió a tener porcentajes abrumadores del posesión del balón (65%) y en el que, entre la solvencia general de todo el plantel, brillaron nombres como el del mexicano Andrés Guardado, manijero y metrónomo; Sergio Canales, por el que pasa casi todo; y el brasileño Sidnei Rechel, que parece que lleva toda la vida jugando con Marc Bartra.
Sidnei, que llegó en los estertores del mercado de fichajes desde el Deportivo casi como cuarto central, se ha hecho con la titularidad por la lesión del marroquí Zou Feddal y es una de las revelaciones del conjunto bético por su colocación, lectura del juego, contundencia y salida del balón.
El fútbol consiste en meter goles y en que no te los metan y todo lo conseguido por los de Setién hubiera quedado en agua de borrajas si en los últimos minutos del partido ante el Girona no aparecen las figuras del portero Pau López y del central argelino Aïssa Mandi, uno de los intocables para Setién.
Si Mandi no se interpone ante el costamarfileño Seydou Dombia en un gol que ya se cantaba en Montilivi y Pau López no saca un cabezazo de Cristian Stuani, seguiría la sutura incipiente que cosieron entre los cuestionados Francis y Loren, que también seguirían más o menos cuestionados una semana más: el bálsamo de marcar y que no te marquen.