Y el Betis cumplió. Con algún susto, pero hizo los deberes. Cuatro puntos de seis para seguir con el sueño de la Europa League. Y tres goles, que pudieron ser más. Lo esperado. Un partido que deja detalles interesantes y otros que Quique Setién bien debería mirar. Y los mirará. Porque su Betis, que no jugó su mejor partido, necesita mejorar para lograr cosas grandes. Esas cosas grandes de las que habla el propio Setién. El Dudelange no es una prueba exigente, sí lo será el Atlético en el Wanda Metropolitano.
Y en el Metropolitano no debe faltar Lo Celso. Vaya fichaje del Betis. Una jugada celestial para romper el partido que pudo ponerse feo, feo. La grada se marchó a casa contenta a pesar de que exigió más, sobre todo en la primera parte. Porque a este Betis de tanta calidad hay que exigir más.
En el Metropolitano no debe faltar Lo Celso. Vaya fichaje del Betis. Un jugada celestial para romper el partido que pudo ponerse muy feo
Bien pudo quitar Setién a uno (o más) de sus futbolistas antes de los 10 minutos, como bien dijo en la previa. O a la media hora. Pero se quedó en palabras, no hubo hechos, aunque se llevó las manos a la cabeza en más de una ocasión. Las ideas eran nulas y arriba... La única jugada de mérito en toda la primera parte fue del Dudelange. Un jugadón de toque y toque, de atrás hacia adelante, que acabó en una parada de Joel Robles. Jordanov casi se viste de héroe en Luxemburgo.
El partido fue tomando un cariz preocupante, de haber lío. Hasta el árbitro parecía entender que un equipo no era profesional y que necesitaba cierta ayudita. Tampoco es serio eso. Pero el problema no era el árbitro, sino el Betis. Tello y Barragán rara vez encontraban un compañero en sus centros, Carvalho iba a su ritmo y los delanteros no estaban.
El ritmo cansino con un rival agazapado durmió aún más al Betis. Sin intensidad, da igual a quién tengas enfrente. Sin ideas, no hay fútbol. Sin remates, no hay goles. Así se fue apagando el Betis en la primera parte, que acabó con una pitada de la grada.
Tras el descanso el Betis apretó. Sólo faltaba que no lo hiciera, porque se estaba metiendo en un lío. Un serio lío para la clasificación, para que ese sueño del bético no se apague pronto. La primera conexión entre Sanabria y Sergio León no acabó en gol por un mal remate del cordobés, aunque el Dudelange asustó. Y vaya si asustó. Una mano prodigiosa de Joel Robles evitó la sorpresa. De las gordas.
Se suele decir que no puedes perdonar cuando eres peor y es lo que ocurrió al Dudelange, amable con la pelota y férreo en defensa. Pero muy lejos del nivel de un equipo de la Primera División. En una jugada de estrategia, Sidnei se elevó por encima de todos, un defensa despejó sobre la línea y esa misma línea cabeceó Sanabria. Al larguero y el bote dentro. Sonó el reloj del árbitro... y gol. Esa mano a la boca le sobró al paraguayo para dirigirse a la grada, porque su partido era para verlo.
Joel Robles evitó el gol del Dudelange y poco después abrió la lata Sanabria, que se sobrepasó con la celebración ante varios aficionados del Betis
El miedo a no ganar desapareció porque el rival bastante tenía con aguantar. Y sobre todo porque el trío Bartra, Javi García y Sideni nunca perdió la compostura. Casi ni un despiste. Así se fraguó el triunfo, con un arreón de calidad. Lo suficiente. Primero apareció Le Celso con un regate de crack y un remate aún mejor. Qué fácil lo hizo argentino y qué pocos saben hacer eso. Por Lo Celso se puede pagar una entrada.
Otro que sabe de fútbol es Joaquín. Sabe y juega muy bien. Una pérdida del Dudelange acabó en una contra eléctrica. Joaquín esperó el momento ideal para poner el balón en bandeja a Tello, que se pegó un carrerón de atleta en el minuto 88. Un 3-0 para finiquitar el partido y a pensar en otra cosa. Cosa grande, que dirá Setién. Europa volvió a Heliópolis con una sonrisa. No debería ser la última.