Carlos del Barco
Sevilla, 26 oct .- La retina es un cajón especial del irrendento para alimentar su pasión por el fútbol, tan cartesiano e irracional al mismo tiempo, y anoche en San Siro se quedaron en ella dos chispazos deslumbrantes del argentino Giovani Lo Celso, ese lujo del Betis, y del canterano Loren Morón, que dibujó un garabato en una loseta con el uruguayo del Milán Diego Laxalt como damnificado.
Los anales registrarán la victoria bética ante el Milan en Liga Europa (1-2); la clasificaciones, los siete puntos del Betis en la fase de Grupos las crónicas coinciden en el baño de juego bético a los de Genaro Gattuso y los analistas, en la vuelta a la senda del gol; pero para los restos siempre habrá jugadas que hacen que el fútbol sea un arte mayor.
Loren Morón salió en el minuto 78 en lugar del paraguayo Tonny Sanabria y en sus números no habría casi nada si no existiera ese otro escalafón no escrito en el que están las mejores cosas, ésas que los niños imitan, en las que los futboleros sueñan, de las que hablan en los bares y, para los abstemios pero 'dipsómanos' de redes sociales, de las que hoy se convierten en tendencia.
Un jugada aparentemente intrascendente en la línea de banda la convirtió el punta marbellí en un cuadro cuando, en lugar de dar un pase o embarcarla, le hizo un nudo a Laxalt con un taconazo con la derecha por aquí y un caño o 'cacha' con la izquierda por allí para salir invitándolo a, como se solía decir por lo campos de tierra del sur, a comprarse una sotana.
Mientras los finos analistas hablan de galgos o podencos, de sistemas y números, de estadísticas de posesión, se suele elevar la grandeza del fútbol con toques de sutileza que son la sal y el 'majao' -como suele decir Curro Romero de las faenas con ese toque distinto- de este deporte y la razón de que, además de los grandes, haya otros futbolistas recordados por tal o cual jugada.
Por eso, por una cintura rota, por un quiebro inverosímil, por un 'abuso' como las 'tostás' de Rogelio Sosa, por aquí te la enseño por allí me la llevo, el fútbol es considerado en Sevilla como un arte mayor, aunque cuando el genio coriano le dio una al argentino Jorge Griffa y le preguntó que a dónde iba, éste le contestó en su humillación: 'A matarte, Rogelio, a matarte'.
Esas cosas perviven siempre por encima de las estadísticas por obra y gracia de futbolistas como Joaquín Sierra Vallejo 'Quino', Antonio Benítez, José Cano 'Canito' o 'Lobo' Diarte en el lado bético; o de Carlos Alberto Pintinho, Enrique Montero o Moisés Rodríguez, ambos malogrados por lesiones gravísimas, en el sevillista.
Otro que se ha apuntado al carro desde que llegó el pasado verano desde el París Saint Germain es el argentino Giovani Lo Celso, que hace cosas en el campo propias de quien ha bebido del '10' eterno de Independiente, Ricardo Bochini, o del de Boca Juniors Juan Román Riquelme.
El 21 bético, número impropio a quien luce claras hechuras de '10', desplegó en San Siro todo un repertorio de colocación, toque y pases, como el que en el minuto 30 le sirvió a Tonny Sanabria para anotar el primer gol de la gran noche bética en Milán.
'Gio' Lo Celso, más que de estadísticas como un sombrero que le atajó el portero Pepe Reina en una jugada protestada por posibles manos, se hartó de tocar, de ofrecerse y darla siempre bien dada a uno de los suyos, y de hacerlo siempre sin bajar la cabeza y con esa forma tan difícil de jugar y de tocar que los elegidos hacen tan fácil.
Por esa misma razón, hizo fácil lo que para otros es un mundo y en el minuto 55 la puso imposible en la escuadra de Reina cuando 'enchufó' un zurdazo que acalambró San Siro y alimentó para los restos la pasión bética como hizo Loren más tarde al 'regalarle' al zaguero del Milán una sotana antes de que éste pudiera pensar lo mismo que Griffa con la 'tostá' de Rogelio.