La tortura del beticismo

¿Se acuerdan del mes de enero? La vida era mejor en el Real Betis. El equipo estaba inmerso en los puestos europeos, codeándose incluso con la cuarta plaza. Para mayor ilusión, se encontraba a las puertas de una semifinal de Copa (que posteriormente lograría) y compitiendo toda una eliminatoria de Europa League. Todo eso era el Betis hace tan solo cuatro meses.

¿Qué queda de aquello? No queda nada. Y no se equivoquen, no hablo de lo que pudo ser y no fue, porque de sobra es sabido que el fútbol puede sonreírte un día y darte la espalda al día siguiente. No pasar las rondas –copera y europea- fue una enorme decepción, pero la temporada no acababa ahí. O al menos eso parecía.

El Betis debió aferrarse a ese dolor para resarcirse, dar el do de pecho y mantener viva la ilusión de los suyos. Aún quedaban meses por delante para levantar la cabeza y pelear por un objetivo ambicioso en Liga. Sin embargo, el tiempo parece haber volado y el equipo no ha hecho más que hundirse en su propia decepción. Por eso no queda nada de aquel enero, ni tan siquiera la ilusión.

Los números del Betis desde que empezara el año son realmente dolorosos. Ello explica que el equipo verdiblanco se encuentre actualmente en una mediocre mitad de tabla y con síntomas de cadáver. Pero no ha llegado solo a ese estado. Es absurdo pensar que un equipo que lleva tantas semanas en caída libre y sin apenas constantes vitales, reviva de buenas a primeras. Si un médico no tapa la herida, el cuerpo sigue desangrándose.

Así está el Betis, agonizando desde el inicio de la primavera esperando a que alguien pusiera remedio. Ahora ya es tarde. La temporada se ha derrumbado y la máxima responsabilidad es de quienes lo han permitido. Era difícil predecirlo, pero un año tremendamente ilusionante ha llegado a mayo con el equipo roto, la afición dividida y un sentimiento de suplicio constante para un beticismo que solo desea que la temporada se acabe cuanto antes y la tortura no se alargue más.