Mallorca, el escenario de uno de los mejores días del Betis
El Real Betis regresa este sábado a Mallorca, una isla que siempre tendrá un lugar especial en la memoria de todos los béticos. Allí, en 2005, los verdiblancos lograron un hito histórico al clasificarse por primera y única vez en la historia del club para la Champions League.
14 años después, los hombres de Rubi vuelven a la capital balear con el objetivo de hacerse con tres puntos que le alejen de la zona baja y le hagan volver a soñar en grandes hitos con Europa siempre como leitmotiv.
El Betis llegaba al Iberostar Estadi -entonces se llamaba así- un 29 de mayo de 2005 ocupando la cuarta plaza con 61 puntos en su casillero, uno por encima del Sevilla FC, con el que, además del Villarreal, que acabó tercero, luchaba por una plaza que permitiese a los heliopolitanos poder disputar la máxima competición del fútbol europeo.
Enfrente, un RCD Mallorca sumido en una férrea lucha con el Levante para salvar la categoría tras una remontada espectacular en las últimas jornadas de la temporada, cuando semanas antes todo el mundo lo daba prácticamente por muerto.
Con el mallorquín Serra Ferrer en el banquillo, el Betis salió con Prats, Melli, Juanito, Rivas, Luis Fernández, Arzu, Assunçao, Fernando, Joaquín, Edu y Oliveira. Un once plagado de titulares con el claro objetivo de lograr tres puntos que aseguraran la presencia en la Champions la temporada siguiente.
Sin embargo, el Mallorca empezó el choque más decidido, pero su buen inicio fue contrarrestado por la zaga verdiblanca. El Betis esperaba su oportunidad al contrataque, pero ninguno de los dos equipos puso en aprietos tanto a Prats como a Moyà, respectivamente.
Así se llegaba al descanso, pero en la segunda mitad el partido se saldría del guión seguido durante los primeros 45 minutos. Entonces, Assunçao, que había gozado de dos buenas ocasiones en la primera mitad, no fallaba y ponía el 0-1 en el marcador tras un lanzamiento de falta magistral ante el que nada podía hacer el meta local. Corría el minuto 53 y el gol llegaba acompañado de un silencio sepulcral en las gradas del feudo bermellón.
El tanto bético dejaba al Mallorca en una situación crítica. El Levante, con el que se jugaba el descenso, se había adelantado ante el Villarreal en la primera parte, pero el cuadro amarillo dio la vuelta al marcador antes del descanso. No obstante, el cuadro isleño necesitaban un gol que les otorgara tranquilidad, pues un tanto del Levante los mandaría a Segunda pese a contar con los mismos puntos.
Presa de los nervios, Farinós estrelló el esférico en el larguero en el 63. El Mallorca lo seguía intentando pero no lograba sus frutos, hasta que en el 89, Pereyra batía a Prats con un testarazo tras centro de Tuni. Era el 1-1 definitivo. El Sevilla había caído en el Pizjuán por 0-2 ante el Málaga, y el Villarreal no fallaba y al final le endosaba un contundente 4-1 al Levante, así que el empate fue más que suficiente ya que se habían sucedido una serie de resultados positivos para ambos.
El colegiado encargado de dirigir el partido, Pérez Burrul, señaló el final del tiempo reglamentario, dando paso a una fiesta única. Los nervios tornaron en alegría, los futbolistas del Betis comenzaron a correr hacia donde se encontraban los miles de béticos que acompañaron al equipo hasta la isla, en un día irrepetible en la historia del club de las 13 barras.
Casi tres lustros después, la realidad es otra. El Betis y el Mallorca están abajo, pero queda mucho por disputar en LaLiga Santander. Eso sí, el recuerdo de aquel día en Palma de Mallorca difícilmente se le olvidará a cualquier bético.