El Real Betis jugará en la segunda ronda de la Copa del Rey ante el Portugalete vizcaíno, cuna de Eusebio Ríos, uno de los pilares del equipo bético desde que su presidente Benito Villamarín lo fichó en 1958 y jugó 192 partidos en las nueve temporadas en las que este fornido central se convirtió en una leyenda en verdiblanco.
Si el listón del mito es tan alto como lo fue siempre, cuando en el fútbol había a los sumo tres de verdad, Eusebio Ríos quizás no lo sería, pero en esta época en la que le atribuyen tal condición al primero que haya jugado unos pocos años en un sitio, el zaguero vasco, perfecta encarnación de jugador de club, estaría en la cúspide del Olimpo.
Por encima de disquisiciones nominales o terminológicas, lo que sí es seguro es que Eusebio Ríos, quien está enterrado en su tierra natal, está vivo por su manera racial de llevar el escudo de las trece barras y, por derecho propio, en el altar de la devoción bética de varias generaciones.
El central de Portugalete, donde nació en 1935 y murió en 2008, sí ha sido con todos los honores un hombre clave en el Betis contemporáneo, un pilar en su reciedumbre bética y uno de los sustentos clave del equipo que dejó las tinieblas de la Tercera y Segunda y subió a Primera en 1958 tras una travesía del desierto de quince años.
Desde ese momento, Eusebio Ríos estuvo siempre en las alineaciones del Betis desde que se enfundó por vez primera la verdiblanca en la inauguración del Sánchez-Pizjuán ante el eterno rival, con un histórico 2-4, hasta que se retiró del fútbol en 1968 para iniciar su etapa como entrenador.
Fue el hilo conductor del Betis de una década (1958-1968), en el que este central bético hasta el tuétano cogió el equipo en la época de los Del Sol, Quico Grau -su pareja como central-, León Lasa, Isidro, Esteba Areta o Jorge Vila y lo dejó en la de los Rogelio Sosa, Joaquín Sierra Vallejo 'Quino' o Pepe González.
Clave de bóveda del Betis de una década desde la defensa y el amor a los colores, Eusebio Ríos emprendió tras su retirada una fructífera carrera como técnico en la que entrenó al club de su amores de forma efímera en la temporada 1988-1989.
El Betis le debe, además, su labor como director deportivo en una de las mejores épocas de su historia, la de la década de los noventa del siglo pasado con Lorenzo Serra Ferrer en el banquillo.
Padre del también central bético Roberto Ríos, quien jugó en el Benito Villamarín entre 1992 y 1997, cuando el Athletic Club lo fichó por dos mil millones de pesetas, el fichaje más caro en la historia del club vasco hasta que fue superado por el de Íñigo Martínez.
Eusebio Ríos recibió su homenaje un 31 de agosto de 1967 ante el Estudiantes de la Plata argentino, aunque a su muerte nadie del club asistió a su entierro en Portugalete, no en balde el Betis vivía el proceloso epílogo de la época de Manuel Ruiz de Lopera.
Este gesto hizo que, ante las críticas recibidas, la directiva del Betis rectificara, organizara un funeral en memoria del central de Portugalete y se le entregara a título póstumo el escudo de oro y brillantes de la entidad, que recogió su hijo Roberto en nombre "del que ha sido historia y ahora es leyenda" bética, como señaló entonces el club.
El Betis de hoy, que tanto le debe a Eusebio Ríos, tendrá ocasión de recordarlo y homenajearlo en su visita a Portugalete el 10, 11 ó 12 de enero en el Campo La Florida de la localidad vizcaína, según ha deparado este viernes el sorteo de la segunda ronda de la Copa del Rey.