Faruk Hadzibegic, que llegó en 1985 al Real Betis, donde la afición lo rebautizó enseguida como 'Pepe' debido a lo impronunciable de su apellido, aún recuerda "el cariño de todos nada más llegar", lo que hizo que se adaptase "muy rápidamente a pesar de que no sabía español, pero el Betis y Sevilla" le "cambiaron la vida".
En dos años, logró "vivir el Betis igual que un bético nacido en Sevilla", en parte debido a la "oportunidad de coincidir con Rincón, Gabino, Calderón, Cervantes... jugar con esos futbolistas fue un sueño" y apunta especialmente "cuando hablaba el capitán, -Antolín- Ortega antes de jugar los derbis -frente al Sevilla".
"Nos decía cómo encarar esos partidos de tanta relevancia. Igual falta hoy algo de eso, sin criticar a nadie. El Betis lo tiene todo, únicamente puede que le falte esa motivación para ganar esos partidos. Lo primero en mi época era ganarle al Sevilla y luego todo lo demás porque ésa es una rivalidad que permite a los dos crecer", añade.
Faruk Hadzibegic, que sólo dirigió tres partidos al conjunto verdiblanco en 2000, cuando el descenso a Segunda era casi un hecho, cree que merece "una nueva oportunidad en el Betis. Seguro que llegará algún día, ojalá" porque "la manera de vivir el fútbol en Sevilla pone la piel de gallina", asegura.
El exfutbolista del Real Betis Faruk Hadzibegic, actual seleccionador de Montenegro, rememora treinta años después a la última gran selección de Yugoslavia, la que jugó los cuartos de final del Mundial de Italia 1990, y que fue "una gran generación" con componentes de las seis repúblicas federadas.
El bosnio Hadzibegic y su compatriota Safet Susic, una de las mayores leyendas del fútbol balcánico, compartieron vestuario con serbios como Stojkovic o Spasic, montenegrinos como Savicevic, eslovenos como Katanec, macedonios como Pancev y croatas como los jóvenes Suker, Jarni o Prosinecki, entre otros, un año antes de que Yugoslavia se desmembrase tras una cruenta guerra civil.
Dirigidos por Ivica Osim, técnico bosnio, los yugoslavos eliminaron a España en octavos de final y perdieron en los cuartos contra la Argentina de Diego Maradona y de su amigo Gabriel Humberto Calderón, que había sido compañero suyo en el Betis, al cabo de una tanda de penaltis en la que Hadzibegic erró el lanzamiento decisivo.
"Fue una buena generación la que jugó con Yugoslavia el Mundial del 90. Lo jugamos con nuestras mejores armas y alcanzamos la quinta plaza. Querríamos haber llegado más lejos pero la calidad de los rivales lo impidió. Aquello quedó como un gran recuerdo para todos los que formábamos aquel equipo", rememora Hadzibegic para Efe desde su domicilio en París, donde se halla confinado.
El que fuera director deportivo y entrenador interino del Betis asegura que la relación entre los jugadores era "de hombres, de deportistas", con independencia de su origen, de modo que "no se hablaba de política y nunca hubo problemas. La comunión con croatas, serbios, eslovenos... con todos era perfecta".
Para Faruk Hadzibegic, aquella "guerra fue culpa de los dirigentes. Hoy, muchos años después, todavía no hay explicación de lo sucedido. En Europa, casi en el siglo XXI, era y es impensable un conflicto de ese tipo. ¿Por qué una guerra?, ¿Quién ganó algo con la guerra?", se pregunta.
El seleccionador de Montenegro recuerda que "por detrás" de aquella generación "venían Suker -quien ya estuvo presente en Italia 1990-, Mijatovic, Savicevic... De no haberse desintegrado Yugoslavia y manteniendo el bloque", esa selección unida "podría haber sido campeona de Europa o del mundo algunos años más tarde".
"Había bastante calidad. Muchos futbolistas comenzaron a emigrar a otros países y eso ayudó a que todos ganásemos en experiencia y en competitividad. Aprendimos mucho jugando fuera. Y cuando nos juntábamos, éramos un equipo muy competitivo", destaca.
Hadzibegic, en plena crisis sanitaria, no quiere pronunciarse sobre un regreso de la alta competición porque "ahora lo más importante es la salud, ya habrá tiempo para el fútbol", aunque le "da miedo que algunos digan" que van "a estar así un par de meses, otros digan que más... Parece poco serio que se digan cosas tan contrarias. Es una falta de respeto hacia la población", subraya.
Grande Faruk, Pepe para los Béticos.