La promesa de Pellegrini que hizo llorar a un abuelo de 85 años y su nieto

"El fútbol moderno". Esa farándula de falsos ideales y endiosados, un mundo en el que se desconoce el valor del dinero, donde se ha perdido la cercanía, los valores, la gratitud con el que hace esto posible. Aun así, por complicado que resulte encontrarlo, hay halos de esperanza a los que agarrarse. Aquí les traigo un bonito cuento, una historia real. La promesa que Manuel Pellegrini le hizo a un anciano de 85 años y su nieto, aficionados del Real Betis.

Volvamos al 31 de diciembre. Fin de año. Cita de reencuentros, proximidad, de compartir y celebrar que el maldito 2020 se terminó. Futbolistas y 'estrellitas' lo celebran en redes sociales, con estrafalarias vestimentas, banquetes desorbitados, alejados del aficionado puro... ¿Quién va a querer perder su tiempo para hacer feliz a los demás? Se lo digo yo: Manuel Pellegrini.

21.20 horas. Cuando la mayoría cenaba, otros preparaban las uvas y algunos incluso ya dormían, Bartolomé, un anciano de 85 años y su nieto Gonzalo, de nueve, recibieron la llamada de Manuel Pellegrini. Atónitos, con las piernas temblando, sin saber cómo reaccionar. Uno que nació en una Guerra Civil, creció con una Guerra Mundial y agota sus días en medio de una pandemia. El que lo vio todo, el que luchó por 'su' Betis en el barro de Tercera. Que sufrió y salió a la calle para no verlo morir. El mismo que ha encontrado en las 13 barras una de las pocas vías de felicidad a la que agarrarse para seguir viviendo.

A su lado, la savia nueva. El niño que aún sueña con disfrutar de un Betis campeón. El pequeño que le tiraba besos a Pellegrini, sin saber qué se hace cuando delante tienes a tu ídolo, enmudecido y ahogado por sus propias lágrimas. Con su carnet, su gorra y su bufanda de Gol Sur. Aquel que anhela, donde cogía sus banderas, saludaba a Palmerín y daba besos al escudo.

La llamada de Manuel Pellegrini

Ahí están. Los tres. En una misma llamada. El que todo lo vio, Bartolomé, y el que todo lo sueña, su nieto. Con Manuel Pellegrini, sin borrar su sonrisa, enfrente. Cinco minutos de pura dulzura, cordura y recogimiento. Un entrenador de 67 años, que ha dirigido a tipos que cobran 20 millones de euros en Real Madrid o Manchester City, y que gastó su tiempo para hacer felices a aquellos dos béticos. Un 31 de diciembre. Al pequeño, sin creerse aún que al otro lado del móvil tenía al referente del club de su vida. Al abuelo (que será "del Betis toda la vida"), por aquellas palabras. "Unos meses me han bastado para saber lo que es el Betis", decía Pellegrini.

"Les prometo que lo daremos todo, nos dejaremos la piel. Les vamos a dar el regalo de Reyes por el derbi". No llegó el triunfo, pero esas palabras ahondaron en el corazón del abuelo y su nieto, orgullosos (ya era hora) de su equipo. De un hombre que les represente. Qué más da el partido y el resultado. ¿A quién le importa el derbi? Lo realmente esencial es que, por un momento, Manuel Pellegrini aparcó su vida para devolver la esperanza a dos béticos. Por conseguir que un abuelo de 85 años, de manos maltratadas y gastadas en el campo, volviese a sonreír. A llorar, a confirmar sus creencias, a ser feliz, a creer en el Betis como guía de vida.

Por personas y gestos como el de Manuel Pellegrini el fútbol, y la vida, sigue mereciendo la pena.