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Joel y Borja, los ‘tapabocas’

Expandir v
Periodista especializado en fútbol y baloncesto.

Que levante la mano aquel aficionado, bético o no, que no haya criticado con más o menos ferocidad a Joel Robles y a Borja Iglesias…efectivamente, no se ve ni una mano. Por supuesto, menos la mía. Hasta ahora, sus actuaciones habían sido uno de los principales focos de las críticas en contra del Real Betis. El rendimiento del portero ha ido mejorado progresivamente en las últimas semanas y ante el CA Osasuna resultó excelso. El del delantero ha reaparecido con goles en los dos últimos encuentros. Uno guarda la meta y el otro mete goles. Y ambos fueron los tapabocas.

Su cambio personifica el de este Real Betis de Pellegrini en el que no acaban de prender del todo los chispazos futbolísticos pero que se ha convertido en un equipo, en el más estricto sentido del término. El portero madrileño se ha ido despojando de la inseguridad que proyectaba, a sus compañeros y a todo bético que se preciara, como si las lesiones de los otros dos metas le hubieran quitado una tonelada de hormigón de encima. El punta ha pasado de la depresión a la euforia en menos de una semana.

Este lunes frente al CA Osasuna dejaron de ser la diana y se convirtieron en los dardos, en el argumento más punzante de un Betis plano y acolchado. Porque el bloque verdiblanco completó un partido huérfano de buen fútbol que lo dejó durante demasiados minutos a merced de un rival más que aseado. Antes, eso hubiera supuesto sinónimo de derrota. Ahora, rima hasta con victoria.

Jamón y mortadela con sus aceitunitas

De no haber mediado el atracón de buen jamoncito que ha vivido el bético desde que alumbró 2021, la mortadela de esta noche en Villamarín hubiera provocado una gastritis en el estómago de la afición. Lo que pasa es que esta mortadela al menos es buena. Y encima lleva sus aceitunitas, analogía de las cuatro o cinco paradas definitivas de Joel Robles y el gol del Panda con que quedó rellena la carne magra que es el fútbol de este nuevo Betis.

Pese a no estar enfrente un dechado de virtudes balompédicas, como es Osasuna y demuestra su clasificación, la tropa de Pellegrini no alcanzó ni de lejos la medida de las últimas semanas, aunque pudo agarrarse a sus nuevos valores. Los que le faltaron en una fase de LaLiga Santander y que ahora constituyen santo y seña de su reacción.

Ante el CA Osasuna tampoco ofreció Fekir su mejor versión, ni sobresalió el gran Canales, ni dejó Joaquín sus tentaciones mágicas con el balón en los pies. Nada de eso hizo falta. Un guardameta y un delantero, y muchos kilos de oficio, honestidad, solidaridad y ganas de darle al aficionado verdiblanco lo que reclama y se merece. Resultado: tres millones de bocas tapadas, incluida la del que suscribe.

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