Si este Real Betis de Pellegrini no va a Europa, no irá nunca. Su regeneración de 2021 escribió otro capítulo más de gloria ante el Levante UD en un partido que parecía morirse en su desidia. Otras veces fueron otros, pero ésta fue el genio de Fekir quien frotó la lámpara para refrendar de manera ya autoritaria las opciones de estar en los puestos continentales.
El típico partido que en otras temporadas, o en la misma primera vuelta de ésta, hubiera mal empatado o perdido el cuadro verdiblanco en este caso lo acabó ganando con comodidad. Lo hizo con paciencia, sabiendo pelearlo, adaptándose a sus circunstancias y aprovechando los cambios. Como la mayoría de los que ha ganado este año. Pero, sobre todo, lo hizo por culpa de la calidad de Fekir, que con su deliciosa jugada del primer gol desatascó la contienda e hizo honor a la calidad de la que, increíblemente, algunos dudan.
No quedará para los anales del fútbol la primera parte de un partido con antecedentes de todo lo contrario. Si el de la primera vuelta lo hubiera filmado Tarantino, los primeros 45 minutos de éste fueron tan trepidantes como una película de José Luis Garci. Un Betis lánguido, como aún preso de ánimo posderbi, dio las ya clásicas facilidades en defensa que el Levante no aprovechó de milagro.
Empeñado en perforar con arabescos la bien montada defensa valenciana, el cuadro de Pellegrini apenas encontró algún despunte de Alex Moreno y Fekir para alimentar sus ansias ofensivas en medio de un dominio estéril. Principalmente porque su luz y su guía en esta gran regeneración de 2021, Canales, sigue missing. El cántabro ha perdido la frescura, el ingenio, la chispa, e incluso la ubicación, y sus compañeros se han perdido un poco con él.
Más allá de los despistes iniciales, lo que no ha perdido este nuevo Betis es una mayor solidez defensiva, que le llegó para contener a un rival tan peligroso habitualmente a la contra como desactivado en Villamarín.
Parecía que ‘no Canales, no party’. Después de conectar con Fekir en la única oportunidad decente del inicio de la segunda parte, ambos parecían diluirse en la planicie de un Betis romo y aburrido, mientras el Levante se desperezaba y empezaba a mirar a Claudio Bravo a la carita.
El partido se puso esquivo para los verdiblancos, con más pinta de disgusto que de alegría. Pero este nuevo Betis de Pellegrini parece haberse rebelado contra la idiosincrasia que históricamente se le presupone a la institución. Cuando los fantasmas empezaban a colocarse la sábana, hete ahí que Fekir dijo ‘aquí estoy yo’. El francés, muy criticado en muchos partidos por su escasa incidencia, metió uno de esos goles que valen pagar la entrada. O abonarse al fútbol de pago en TV, su equivalente en la pandemia.
Luego llegó el momento de otro redimido después de su calvario, Juanmi, en el tramo final, ése donde el Real Betis resulta letal. Y pudo llegar alguno más, confirmando que a la zona Cesarini va a haber que ir cambiándole ya el apellido por el de zona Pellegrini. De la mano de ese apellido, cada día que pasa más ilustre en Heliópolis, el beticismo duerme la pesadilla de la pandemia entre dulces sueños continentales.