Roma no paga traidores y Europa no paga a los débiles. El Real Betis no es débil o al menos no lo suficiente como para estropear su vuelta al continente. En el regreso a la UEFA Europa League, el EuroBetis sí fue un poco débil, de hecho demasiados minutos, pero sufrió, luchó y triunfó, haciéndole un Braveheart al Celtic de Glasgow con una remontada épica que luego casi le vuelve a apuñalar el corazón cual sangriento boomerang. Un Betis en su más pura esencia acabó llevándose el botín, si bien dejó muchas dudas sobre lo que puede hacer en esta competición cuando lleguen rivales de mayor enjundia.
Cual William Wallace o Robert the Bruce, que todavía andan en Escocia aclarando quién fue el verdadero Braveheart, el cuadro de Pellegrini reaccionó con bravura a una puesta en escena que destapó todos los fantasmas. Este EuroCurroBetis reflejó en una alocada primera mitad todos los problemas que se ven venir si uno quiere verlos: la rotación, al menos de momento, no arroja expectativas esperanzadoras y en defensa sigue mostrando excesiva debilidad. Todo ello le puso a merced de un Celtic que tiene bastante experiencia europea pero que no deja de ser un equipo grande de una liga muy muy menor. Y en la que encima ha perdido ya dos partidos esta temporada.
Precisamente las rotaciones realizadas por Pellegrini en el once y una cierta locura táctica hicieron que el conjunto escocés se agrandara e invadiera el césped del Villamarín con su dominio y dos goles. Más que escocés, parecía un equipo inglés de renombre. Las huestes del Celtic, como Eduardo I el rey británico le hiciera a la patria escocesa, se adueñaron del partido.
Seguramente, Europa se había olvidado de quién era el Real Betis. Su esencia y su idiosincrasia se siguen alimentando de una dualidad casi inevitable. Pellegrini la revirtió la pasada campaña y ésa seguirá acaparando su principal tarea en la siguiente. Lo bueno es que dicha dualidad cada vez ve a su parte buena imponerse con más fuerza a la mala. Este lunes lo hizo montado en un caballo y con una espada. A base de acierto, de goles, de poner el balón (y la hombría) sobre la mesa; de jugar bien, que en definitiva es la mejor lectura que puede hacerse del choque.
Remontó un partido que se le había puesto negro y, pese a los amagos de empate finales del Celtic, se llevó tres puntos valiosísimos para sus aspiraciones en la UEFA Europa League. Y un espaldarazo psicológico para que Pellegrini siga adoctrinando al bloque con la misma pizarra que lo educó la pasada campaña hasta convertirlo en un equipo tremendamente solvente. Hoy ha ganado como Braveheart, confiemos en que próximamente lo haga como un dandy inglés.