Al Real Betis de Pellegrini se la trae al pairo el yin y el yang. El principio filosófico que habla de la existencia de dos fuerzas opuestas que se complementan para regir el universo, no tiene el mismo sentido en el universo de este equipo. El yin del Betis sería la defensa, propia de un equipo muy muy normalito. El yang estaría en el ataque, prodigioso como el de pocos en el continente. Y cuando se tiene tantísimo yang, no importa demasiado el yin. Así, con su brutal yang, prolongó su sueño de UEFA Europa League en la ida del play off de dieciseisavos de final ante el Zenit de San Petersburgo.
Con esa pegada que se ha exacerbado en los últimos partidos, dejó muy bien orientada la eliminatoria, que lo estaría aún más de no ser por el hecho de que los goles en campo contrario ya no valgan doble como toda la vida. Y huelga resaltar el mérito que tiene hacerle los que le hizo al actual campeón de la Liga rusa, un proyecto de muchos millones de euros y equipo de UEFA Champions League, por mucho que llevara sin competir desde hace tiempo.
Una vez más Pellegrini dosificó sus efectivos introduciendo siete cambios en el once titular respecto al último partido de LaLiga Santander y una vez más le respondió el plantel. El que sale da todo lo que tiene, sin chirriar en una maquinaria engrasada como el motor de un Fórmula Uno. Y eso es lo que parece, un bólido sin freno en la lucha por seguir vivo, como ningún otro equipo español, en las tres competiciones. El tiempo dirá si las rotaciones del técnico chileno dan como para aguantar el envite, pero que levante la mano ahora mismo el que siga pensando eso de "el Betis se va a caer".
Para que se caiga tiene que derrumbarse una mentalidad general instaurada por Pellegrini: la de la ambición, la de la confianza, la del orgullo máximo por vestir unos colores. Y también tendría que sucumbir la descomunal pegada que en menos de veinte minutos lo tenía ya con 0-2 enfriando un poquito más el estadio de San Petersburgo. No tiene pinta, menos si Joaquín, la leyenda viviente en verdiblanco, sigue con ganas de eternizar su figura balompédica. El portuense volvió al once y en la primera falta que tuvo se la puso en la cabeza a Guido Rodríguez para abrir el marcador. Insistimos: ya si Guido marca goles...
Un Real Betis bien plantado complicó mucho la vida al Zenit con su presión adelantada. Los rusos, con menos ritmo que la música del telediario, sufrían para cruzar el mediocampo y en una de ésas Guido robó, se la dio a Willian José y éste se pegó un paseíto sin oposición antes de ponerla en el palo derecho del meta local. El yang de este Betis se abría paso como un Sputnik.
Pero el yin también tenía que aparecer, como casi todos los partidos, y las facilidades defensivas desbordaron unos minutos el talento de la república brasileña del Zenit. En tres minutos, 2-2. Los jugadores béticos, con cara de otra vez la estamos liando. Y la afición, con la de ofú vaya tela siempre lo mismo. No obstante, el siempre lo mismo de este nuevo Real Betis no se suele quedar en tragedia, sino más bien en alegría. Los béticos hace mucho tiempo que se fían de este equipo. Y con razón, porque la presión arriba tardó poco en dar sus frutos con un robo de Aitor Ruibal, un pase magistral y la idéntica definición de Guardado.
Visto el desastre del Zenit, el técnico local cambió el dibujo a los tres centrales para tratar de parar el alud ofensivo del Betis. Lo logró y su equipo pasó a dominar en la segunda parte. Los rusos tuvieron sus ocasiones y pudieron empatar. Los de Pellegrini tuvieron alguna a la contra, pero sobre todo supieron adaptarse a lo que tocaba y sufrir para llevarse un botín magnífico para afrontar la vuelta de la semana próxima en el Benito Villamarín. El sueño sigue, sin que el yin pueda de momento con el yang bético.