Decía Pedro Buenaventura que una cosa es el fútbol y otra el Betis, porque si no existiese el fútbol, existiría el Betis. Un amor sin límites, desenfrenado y hasta infiel a veces, un motor para el cambio, el sustento de los que se aferran a su pasión para seguir caminando. El refugio de impíos, el encuentro para los desconocidos, el lugar donde hasta lo más inverosímil puede cobrar sentido, como la historia que se describe a continuación.
Los protagonistas son José Antonio y Nino, dos aficionados del Real Betis que se conocieron a raíz de padecer la esclerosis múltiple, la segunda discapacidad con más casos en el país después de los accidentes de tráfico y que afecta a casi 50.000 personas en España. Uno de Dos Hermanas y otro de Zamora. Y ya son "amigos de por vida". Caprichos del destino, su pasión por las trece barras les unió y les ofreció argumentos para luchar de la mano contra la EM. "Si no hubiera tenido la enfermedad no estaría aquí. Es malo pero a mí me ha dado una persona excelente", relataba para ElDesmarque.
Nino y su hermano vinieron este domingo a Sevilla para reencontrarse con su amigo, José Antonio, y pensaban que verían el duelo ante el Mallorca en un bar... pero este les dio la sorpresa con dos entradas para entrar al Villamarín: "Es uno de los mejores detalles de mi vida, le debo todo", relataba muy emocionado el de Zamora, al no haber podido pisar nunca antes el Benito Villamarín.
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