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La Resistencia de Pellegrini aborta la invasión rusa

Periodista especializado en fútbol y baloncesto.

Ojalá todas las guerras fueran deportivas, ojalá el lenguaje bélico se circunscribiera a las crónicas deportivas. Mientras Putin lleva el mundo a la locura con la invasión de Ucrania, el fútbol continúa y ojalá la alegoría sirva de ejemplo. Porque la Resistencia de Pellegrini abortó la invasión del Benito Villamarín por parte del ejército ruso del Zenit. El Real Betis ganó la batalla de la eliminatoria de dieciseisavos de final de la UEFA Europa League en el cómputo global y seguirá su humilde pero ambiciosa conquista de Europa.

No hubo guerra futbolística en el césped en los primeros 45 minutos. El Real Betis y el Zenit se embarcaron en una ronda de contactos diplomáticos, como si quisieran evitar a toda costa el conflicto. Los rusos se plantaron en Villamarín mucho mejor de lo que lo hicieron en su propio estadio en San Petersburgo, pero con menos peligro que un espía sordo. Mucho toqueteo de balón y balas de fogueo ofensivas. Eso sí, el entrenador del Zenit aprendió la lección de la batalla de la ida. No quiso que pudiera explotarle otra granada en la cara y se puso el chaleco antibalas de los tres centrales.

Con ese esquema también logró tener la pelota más que el Betis, incomodando en gran medida el fútbol habitual de los de Pellegrini. Ni Fekir encontraba el camino hacia la portería contraria, ni Canales veía el pase, ni había profundidad por las bandas. Al menos, Pezzella y Edgar se fajaron bien, sin tener que subirse uno encima del otro, para frenar al bombardero gigante Szuba con la ayuda de Guido Rodríguez. El balance de las hostilidades se cifró en una oportunidad del Zenit que solventó Aitor Ruibal en el área rodeado de contrarios y un par de tiros del Betis desde la Puerta de la Carne.

Fekir disputa un balón a Claudinho (Foto: Kiko Hurtado).

Una guerra de bostezos en la primera parte

El Betis no era el Betis de Pellegrini. Y el Zenit no era el de la ida, aunque tampoco alcanzaba precisamente su cénit. Una guerra de bostezos y atonía futbolística a la que últimamente, por fortuna, no están acostumbrados los aficionados verdiblancos. Era como si los rusos se plantaran en la frontera de Heliópolis dolidos por el resultado del primer partido pero sin terminar de atreverse a ocupar el Villamarín. Y el Real Betis aguardando para sacar los tanques al césped...

No obstante, se conoce que, hartos de contactos bilaterales de centrocampismo inocuo, Pellegrini y Semak debieron arengar a los suyos en el vestuario, y las hostilidades no tardaron en desatarse desde la reanudación. Yuri Alberto sacó el bazoca, aunque su gol, producto de una buena maniobra del ejército ruso, fue anulado por claro fuera de juego. No tardó en responder al ataque Guido Rodríguez, inopinado francotirador en el área, quien de cabeza la mandó al palo, sacando a la resistencia bética a la calle.

Willian José protege el balón en el Betis-Zenit (Foto: Kiko Hurtado).

Se desatan las hostilidades

Poco después llegó otro testarazo letal de Willian José que Aitor no fue capaz de conducir a la red. Los rusos se aferraron al flanco derecho, de donde salió otro misil que Yuri Alberto no acertó a cazar. Definitivamente, la guerra se había desatado en el Villamarín. La tropa de Pellegrini avanzó mucho terreno, porque cuando llegan los tiros no sabe ni quiere quedarse en la trinchera. La presión muy arriba del Betis incomodaba a su rival, que se empeñaba en apurar sus opciones de la mano de sus pistoleros brasileños. Especialmente Malcom, muy rápido a la hora de infiltrarse en las líneas verdiblancas.

No se rendía el Zenit en su intento de invasión, mientras el Betis tampoco se mostraba capaz de aniquilarlo. La batalla estaba más viva que nunca. Con la mirilla cansada ya, los disparos de Malcom no encontraban su objetivo y ahí ya sí el Betis se resguardó en su trinchera para evitar el daño de una bala perdida del Zenit. Aguantó como pudo el asedio ruso de los últimos minutos, que es lo que hay que hacer cuando la batalla se recrudece y tienes menos munición que el enemigo.

Pudo perder la batalla el cuadro bético en su último suspiro, porque los rusos tenían una bomba guardada. Llegó el gol del Zenit en un cabezazo nuclear, pero el pisotón previo a Guido hizo que el árbitro anulara el tanto y la bomba quedara finalmente en petardito. El Betis sigue en pie, vivito y coleando en las tres competiciones que disputa, y con un continente por conquistar. Porque con este equipo se puede ir tranquilo a cualquier guerra.

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  1. Gonza Costa

    que vergüenza la redacción, no hay respeto

  2. Gonza

    que vergüenza la redacción, no hay respeto

  3. respeto

    Lamentable

  4. Rafa

    Un titular muy apropiado por el periodista en los tiempos que corren de pánico en el mundo, si mañana no te despiden tu jefe tiene menos verguenza que tu