El Atlético de Madrid no es, a día de hoy, el mismo que conquistó con brillantez el título de LaLiga Santander. Pero no es un equipito al que puedas darle facilidades, porque te mata. Simeone no perdona harakiris y el Real Betis se los autoinfligió varias veces en el choque de la jornada 27 ante el Atlético de Madrid. Primero al minuto y medio de partido, y luego cuando había completado la tarea épica de igualar el choque y mejor se le ponía el partido. Los errores, obscenos como casi siempre, condenaron a los de Pellegrini y empiezan a poner en peligro el puesto de UEFA Champions League que tanto les ha costado labrar a lo largo de la temporada.
La lectura positiva es que pese a ellos ahí está, pero la pregunta debería de sobrevolar el consciente y el inconsciente de cualquier bético: ¿qué sería de este Real Betis de Pellegrini si no cometiera tantísimos errores individuales? No lo sabremos nunca. Lo que sí sabemos es que con esa lacra difícilmente se pueden alcanzar objetivos importantes. Se ha metido en la final de la Copa del Rey y sigue vivo en las tres competiciones, lo que pone aún más de manifiesto el monumental milagro que está protagonizando el técnico chileno. Con la plantilla que tiene, unos pocos lesionados, rotaciones a mansalva y fallos groseros (casi) todos los días, a qué nivel no tiene que rayar un equipo para hacer lo que está haciendo el Betis...Increíble.
Pese a esa manía enfermiza de conceder facilidades al rival, entre las muchas virtudes que ha inculcado Pellegrini a los suyos está la de no rendirse nunca. Y nunca es nunca, por muchas adversidades que le sobrevengan. La definición de adversidades en el diccionario del fútbol podría ser perfectamente ésta: regalarle un gol al Atlético de Madrid de Simeone en el primer minuto de juego y que luego se te lesione el remedo de lateral izquierdo que has encontrado de milagro, justo el día en que no está Canales. Al menos no sólo vinieron adversidades para el Betis, porque el Atlético se encontró con dos lesionados KO en media hora dentro de unos 45 minutos más de accidente que de partido.
Pero este Real Betis ni se rinde ni pierde la compostura. Esté quien esté porfía por encontrar su juego con calma y perseverancia. Poco a poco fue dominando a un cuadro madrileño casi agazapado debajo del larguero. Las oportunidades que no lograba crear con su juego en estático llegaron a balón parado o en centros labrados por la prodigiosa pierna derecha de Joaquín. En su primera titularidad de la temporada en LaLiga Santander, el portuense dio otra lección más de lectura de juego y de calidad, dedicada a los que quieren pensar que sólo está para contar chistes. 40 años dice el DNI. Acabará jugando de gato sexagenario...al tiempo.
Con un mediocampo muy poblado y presionando mucho la salida de balón del Atlético de Madrid, el cuadro bético se fue creciendo hasta que encontró un premio psicológico. Sabaly, que ya había sido determinante unos minutos antes salvando el segundo gol cantado de los colchoneros, robó un balón que le cayó a Tello y éste la puso de canela donde ni Oblak es capaz de llegar. Uno a uno en errores y en el marcador. Empieza otro partido, suspiraría aliviado Pellegrini camino del vestuario.
El conjunto verdiblanco había hecho lo más difícil y eso pareció henchirlo de energía tras el descanso. Parece que no sabe jugar de otra forma y se fue a por el triunfo nada más reanudarse la contienda. La tuvo Tello en una contra con pase de gloria de Fekir y casi la mete Joaquín olímpicamente desde el córner. Pero, efectivamente, había comenzado otro partido y el Atlético de Madrid decidió bajarse del larguero. Carrasco hacía verdadero daño por el costado derecho bético y un cabezazo de Felipe sólo se frenó con el poste. En cualquier caso, el panorama se tornó mucho más beneficioso para un Real Betis que se mueve cada vez mejor en la pugna rendida al fútbol y no en parámetros de contención y especulación. Y menos en un partido accidentado y lleno de parones como el de la primera parte. Hasta que llegan los malditos errores...
Cuando estaba más cerca de adelantarse el bloque de Pellegrini llegó otro. Con la defensa muy adelantada, De Paul vio una autopista para Marcos Llorente, quien dejó a Joao Félix para empujar después de que éste le sacara dos metros en uno a los defensas béticos. Vuelta a empezar, pero con menos tiempo y ya sin Joaquín, que fue de largo el mejor del Betis en el partido.
El Betis lo siguió intentando, aunque la fe se veía ya resquebrajada. El Atlético no es el campeón de la pasada temporada, pero tiene argumentos de sobra. Y, sobre todo, se mueve bien en el tipo de partido que ya quedaba por jugar. Volvió a dar un pasito para atrás y se esperó a que la pólvora brutal que tiene arriba, empezando por un Joao Félix especialmente acertado en Villamarín, generara alguna como la que trajo la sentencia con el 1-3.
El bético no debe sino irse orgulloso a su casa, porque tiene defendiendo el escudo a un grupo de soldados pundonorosos y cegados por la fe en Pellegrini. Porque tiene a un tipo de cuarenta castañas que sigue jugando con la ilusión de un chiquillo. Y, sobre todo, porque tiene al frente del ejército a un señor de pelo blanco que merece una estatua en Heliópolis. Dará para lo que dé. Y dará pena si al final no se logran cosas importantes por culpa de errores de infantiles. Pero pocos peros se pueden poner a estos señores.