El portugués William Carvalho sigue en su particular 'modo cápsula', el que le ha hecho aislarse de los entornos, centrarse en el trabajo y sacar un nivel en su juego ante el que se ha rendido la 'armada' lusa y por el que su compañero en el Betis Borja Iglesias lo ha bautizado como 'William Nazario de Lima', en referencia al gran Ronaldo.
El lujo ante Osasuna, con un regate inverosímil al portero Sergio Herrera, es el cuarto de William Carvalho en una temporada en la que ha deslumbrado, además de por su juego, por su calidad de delantero, como ya hizo con el garabato que firmó en Copa ante el Rayo, el regate en una loseta ante el Valladolid y el disparo que se sacó ante el Levante.
El medio de Luanda definió este estado de gracia como su particular 'modo cápsula', término asumido por el Betis y por todos sus compañeros que le veían en los entrenamientos y que ahora pueden disfrutar en el verde de la chistera que solía sacar en la ciudad deportiva bética, como ya dijo en su día Borja Iglesias, rendido al talento del luso.
El propio Carvalho ha subrayado, tras su gol a Osasuna, su concepto de cápsula al afirmar que 'quien trabaja arduamente, más tarde o más temprano siempre será recompensado', entre otras cosas por el reconocimiento de la afición, de sus compañeros en verdiblanco y, además, por la diáspora portuguesa en el fútbol europeo.
Rendidos al juego y al talento del medio bético se han mostrado sus compañeros Germán Pezzella, Cristian Tello, Paul Akouokou, William José Da Silva, Marc Bartra, el propio Betis y, sobre todos, el 'Panda' Iglesias, quien no ha dudado en calificar al centrocampista portugués como 'William Nazario da Lima'.
Igualmente expresivos han sido sus compañeros en la selección portuguesa, a quienes ha llegado la onda expansiva de lo que hizo su compatriota y no han escatimado elogios a su calidad el atlético Joao Félix, los futbolistas del Wolverhampton Nelson Semedo y Daniel Podence; Danilo Pereira, del París Saint Germain, Rubén Semedo (Oporto), Rafael Leao (Milán), Jovane Cabral (Lazio), entre otros.
William Carvalho, quien el próximo jueves cumple 30 años, es una de las principales bazas en el juego del Betis del chileno Manuel Pellegrini, quien lo ha utilizado esta temporada en 42 partidos en las tres competiciones en las que el equipo bético ha estado inmerso hasta su eliminación en octavos de Liga Europa ante el Eintracht alemán.
Ha sido Manuel Pellegrini el principal valedor del portugués y quien se negó a su salida el pasado verano, cuando el nombre de William Carvalho sonó con fuerza para salir de Heliópolis como uno de los principales activos para hacer caja.
El chileno dijo no y mantuvo que un Betis con William era siempre mucho mejor que un Betis sin William y se puso a la tarea junto a un jugador que fue entonces cuando decidió aislarse del entorno y entrar en el ya famoso 'modo cápsula' y en la mejor de las versiones de un jugador que tiene contrato hasta junio de 2023.
Internacional con Portugal, con la que ganó la Eurocopa de 2016 y jugó los mundiales de Brasil 2014 y Rusia 2018, el mediocampista angoleño llegó al Betis para suplir la salida de Fabián Ruiz al Nápoles italiano a cambio de los dieciséis millones de euros más cuatro en variables que el club verdiblanco pagó por el 75% de los derechos del jugador.
William Carvalho se formó en la cantera del Sporting de Lisboa, debutó como profesional en 2011 con sólo 18 años y, tras sendas cesiones al Fátima en 2011 y al Círculo de Brujas durante un año y medio, regresó a los 'leones' en la temporada 2013-14 y se convirtió en un pilar básico del Sporting, en el que fue titular indiscutible hasta su fichaje por el Betis.
Buenas tardes. El Sr. Carvalho era otro de la larga lista que, los gurús del balompié y "exigentes" varios, querían que se vendiera por cuatro euros. Incluso alguno se ofrecía a llevarlos en coche a donde fuera. También los utilizaban de excusa para insultar a la directiva, al cuerpo técnico y, en definitiva, al Club; intentando así desestabilizar al Real Betis Balompié no se sabe con qué oculto objetivo. No estaría de más que pidieran disculpas por el daño que han querido causar. No ofende el que quiere, sino el que puede.