Competir no basta ante este FC Barcelona de Xavi Hernández. El Real Betis lo hizo, en el choque de la 17ª jornada de LaLiga Santander aplazado por la disputa de la Supercopa, pero no fue suficiente para llevarse el triunfo. El conjunto culé aprovechó una jugada de picardía de De Jong, con la poco comprensible aquiescencia del árbitro, para cambiarle el tono a un choque disputadísimo que demostró que la dinámica de juego bética es de todo menos mala.
El cuadro de Pellegrini le echó arrestos a todo un líder, si bien no pudo aprovechar la bola extra del partido aplazado para alimentar su lucha por los puestos de UEFA Champions League. Porque este FC Barcelona no sólo juega muy bien al fútbol, sino que defiende como una legión de leones hasta el punto de que el séptimo gol encajado en toda la primera vuelta se lo metió Koundé a Ter Stegen. Con balón y sin él, el líder exige mucho y el buen nivel del Betis resultó insuficiente para tumbarlo.
Bendita crisis la que te tiene en la parte alta de la tabla, peleando por los puestos europeos y compitiendo de tú a tú con el líder de LaLiga Santander. El Betis tiene los recursos que tiene, pero cuando los tiene todos le da para meterle el miedo en el cuerpo a cualquiera. Hasta a un señor FC Barcelona, al que le costó Dios y ayuda jugar a lo que quiere. Lo de la Supercopa no fue ningún espejismo. Pellegrini sabe cómo jugarle a Xavi y los suyos creen a pie juntillas lo que diga el Ingeniero. Y si él dice que no ve mala dinámica, pues no la habrá...
El chileno está consiguiendo lo que cualquiera hubiera negado cien veces hace tres años: que el Betis defienda cada vez mejor. Este miércoles lo hizo manejando bien la presión: subiéndola cuando los centrales culés no acaban de ver pase o la conducían inciertamente, y focalizándola en Busquets y los interiores cuando el balón llegaba a mediocampo. También con mucha anticipación, adivinando pases y con coberturas de bloque solidario. Con todo eso y un inspirado Rui Silva fue logrando compartir el balón con un rival que lo quiere siempre para él solo.
Las pocas oportunidades del FC en la primera parte llegaron por fallos del Betis más que por acierto y conexión de los hombres de Xavi. Cuando se produjeron, ahí estaba el meta portugués para remediar goles, ganándole a Pedri un mano a mano en el área y sacándole un tiro envenenado. Acciones de las que inyectan tranquilidad a los que están por delante suya. En ataque, con Fekir todo es más fácil, pero casi más con William Carvalho, que está pasando del modo cápsula al modo cualquier día juego sin calzonas.
Mientras Pellegrini tenga un portero al menos al nivel de Rui Silva, centrales solventes y lo que hay de Guido hacia adelante, este Betis no se arruga ante nadie. Luiz Henrique sigue creciendo y Aitor Ruibal le dio lo que a Sabaly no le alcanza: profundidad. De esa forma fue entablando el cuadro bético una emocionante discusión futbolística con el FC Barcelona. Se dice y se escribe pronto, aunque implica más dificultad que darle pataditas a un frigorífico.
La presión que imprime el bloque de Xavi cuando no tiene el balón atosigaría al santo Job. Y la calidad que tiene sobre el césped el técnico catalán resulta a veces sobrecogedora. Sin embargo, no fue nada de eso lo que dio al Barça la delantera en el marcador. Como ha ocurrido otras muchas veces, fue un error propio del Betis, en este caso reaccionar tarde a la rapidez de De Jong para sacar una falta y la bisoñez de Abner, que se durmió mientras Raphinha aparecía por detrás para poner el broche a la endiablada penetración de Abde. Y del árbitro, quien permitió que la falta se sacara tres metros a la izquierda de su sitio.
No se descompuso el Betis. Al contrario, preservó sus señas de identidad y tuvo poco después un par de buenas oportunidades. Pellegrini movió el árbol, más por el cansancio de aguantarle la pelea al líder que por otra cosa. Ni siquiera dio tiempo a que surtiera efecto, porque en un córner Araujo tocó de cabeza para que Lewandowski volviera tras su sanción reencontrándose con el gol.
Ahí se habría acabado la resistencia del Betis y el partido en situación normal. Pero este Betis tiene el crédito de su ambición y también algo de fortuna. En un centro de Sabaly en principio no especialmente peligroso, Koundé se la metió con el pecho en propia puerta, como si los gritos de la afición por su pasado sevillista hubieran acabado haciendo mella en su espíritu.
Los de Pellegrini se agarraron a la esperanza y Canales casi la convierte en gozo. El Betis se vino arriba en busca de obrar el milagro. No obstante, este FC Barcelona de Xavi es mucho más que toque y calidad. Sabe sufrir y lo hizo para asegurarse un triunfo que lo consolida en lo más alto de la tabla.