La Feria del Real Betis tiene este año la Calle del Infierno un poquito más para allá de Lipasam y Tablada. En concreto, se la han colocado en Pamplona, donde este sábado ha caído ante el Osasuna (3-2) en la jornada 30ª de LaLiga Santander. Como si aún estuviera enjugándose las lágrimas del emotivo anuncio de despedida de Joaquín, llegó tarde al partido de El Sadar y luego se montó en una montaña rusa de la que salió azuzado por el vértigo y habiendo desperdiciado una magnífica ocasión para dar otro paso de gigante en la lucha por los puestos de Champions, que aún así todavía tiene a tiro.
Y seguirá teniéndolos si muestra la actitud de buena parte de la primera mitad y toda la segunda. La del primer cuarto de hora, por contra, es para que Pellegrini los castigue sin Feria en el rincón de pensar. Obnubilado por los bocinazos y las luces de colores de un Osasuna más enchufado que el motor del Látigo, el Betis se montó en los Caballitos Pony viendo el fútbol pasar. Lo tuvo quince minutos cegado la intensidad del conjunto navarro, el auténtico Ratón Vacilón del inicio de partido.
Ahí ofreció el cuadro bético su peor cara: apático, llegando tarde a todos los balones, perdiendo los duelos y dando en defensa facilidades impropias de quien quiere oír el himno de la Champions la próxima temporada. Demasiado sencillo para los de Arrasate, motivados por el prurito de dejar la permanencia sentenciada antes de jugarse el título de la Copa del Rey ante el Real Madrid.
La reacción llegó a partir de ahí, de nuevo con Ayoze y William Carvalho como protagonistas. El primero está demostrando lo que se veía venir, que es un pedazo de pelotero que además hace mejores a los demás; el segundo sigue a lo suyo, juega cuando y como quiere, pero cuando quiere...El Betis se montó entonces en el Canguro y le dio unos cuantos vaivenes a su rival. Con una jugada de perro viejo de Montoya y un poquito de suerte de Miranda se acercó en el marcador, pero la mala suerte posterior en un tiro de Moncayola puso otra vez las cosas en plan La Casa del Terror.
Conclusión: 3-1 al descanso. Muchas atracciones y sin haber pisado la Feria. Fue entonces cuando el Betis dejó atrás la Calle del Infierno, fue capaz de digerir un Pescaíto muy de Navarra y se colocó la corbata y el traje para buscar esa anhelada caseta llamada Los de la Champions. Pellegrini puso en el campo todo lo que tenía, incluso el mejor traje de gitana que le quedaba en el armario del banquillo: la calidad de Sergio Canales.
Entre el cántabro, Rodri y el aún activo Joaquín le terminaron de dar la vuelta al Betis, devolviéndole la esencia. Ese Betis vertical, dominador y directo se subió directamente a los Coches Locos y se hinchó de darle topetazos al Osasuna. Fueron muchos minutos de acoso, de ocasiones y de ímpetu, catapultados por el gol de Guido Rodríguez.
Ese Betis se ganó haberse traído algo que más que un disgusto de El Sadar, pero pagó su aturdimiento inicial. Cuando más marcha tenía y más parecía que le iba a dar la vuelta al partido, sonó la bocinita del final de la atracción. La caseta Los de la Champions sigue estando ahí, al ladito de la Calle del Infierno, aunque para acercarse a la puerta los de Pellegrini tendrán que emborrachar antes a la Real Sociedad el martes.
Hay es donde le dice adiós a la tempora ,y encima harto de rebujito como para creer en estos chuflas despues de lo del sadar