Hace siglo y medio, Robert Louis Stevenson escribía una novela corta que ahondaba en el trastorno disociativo de la identidad: 'El extraño caso del doctor Jekyll y el señor Hyde'. Los personajes no son exactamente iguales, pero la obra sirve para recrear el complejo de la personalidad múltiple que afecta al Betis de Pellegrini, que ha caído ante el Atlético de Madrid en el Metropolitano mostrando dos caras bien distintas: la del doctor Pachorra y la del señor Betis, una en cada mitad. Y un complejo ante los grandes que constituye la gran asignatura pendiente del técnico chileno.
La maldición del Betis en feudo colchonero persiste, como le ocurre con la mayoría de los equipos llamados grandes, en gran parte merced a la lamentable actuación de muchos de los jugadores, casi uno por uno. El cuadro bético no sabe lo que es ganar allí desde que Simeone ruge en su banquillo y sólo lo ha hecho en un nueve por ciento de sus comparecencias. Un hecho digno de estudio y que pinta a las claras lo que le falta a este equipo de Pellegrini para convertirse en lo que quiere: otro grande. Al menos ya conoce la sensación de meter un gol en esas porterías...
Lo que está haciendo Pellegrini con este Betis no puede considerarse milagro precisamente porque ha multiplicado mucho los panes, aunque le queda multiplicar más los peces. Esos peces no son otros que los triunfos de enjundia, los que te ponen en el mapa, te edulcoran la confianza y siembran el temor entre los que tú aspiras a considerar como iguales. Bien es verdad que con la plantilla que tiene hay peces que no se van a multiplicar en la vida...A pesar de que se trata de una asignatura muy difícil, es, junto a Europa, la que le queda por aprobar al Ingeniero, el talón de Aquiles de su monumental obra bética.
Si bien criticar al chileno te puede condenar a quedar apeado por siempre del cielo de los béticos, algo de culpa tendrá el hombre por no ser capaz de inculcar a sus muchachos la mentalidad adecuada para afrontar este tipo de encuentros. Especialmente porque en el descanso sí lo logró y ahí debe estar el listón de un técnico top como él. Y el partido cambió, por lo que le dijera a los suyos en el vestuario y por sus cambios, pues la entrada de Guido Rodríguez y William Carvarho convirtió al Doctor Pachorra en el Señor Betis.
Curiosamente la transformación vino de la mano de uno que venía de estar mucho tiempo parado por una larga lesión y otro que llegaba tras encadenar sus peores partidos con la verdiblanca. El Betis pasó de ser un equipo timorato, poco intenso y un flan con el balón en los pies a comerse a todo un Atlético de Madrid. Ayudó mucho quitar del césped a Bellerín, pieza clave en el desastre de la primera mitad, y Rodri, una perla que cada día parece más bisutería y que no aprovechó la oportunidad de jugar por fin en su sitito natural.
Si no es por Rui Silva, que por fin detuvo un penalti y se lució en innumerables paradas, no hubiera habido partido. Sin embargo, precisamente el rey de la pachorra, William Carvalho, sacó su versión genial y, además de coger el timón del partido, marcó un gol de bandera para meter a su equipo en el partido. En esa versión Señor Betis, el ídem se gustó, generó ocasiones de todo pelaje e hizo que los de Simeone se atrincheraran en su área rezando por su victoria.
Sin embargo, como en otras ocasiones similares, la mejoría no valió para mucho, ni para puntuar siquiera. Reza el dicho que 'al que da lo que tiene, no se le puede pedir más'. Este Betis de Pellegrini da mucho, pero no todo lo que tiene. En el Metropolitano dio mucho menos de lo que atesora, en concreto 45 minutos. Y por eso hay que pedirle más. Igual que hay que pedírselo a quienes le hacen la plantilla cada verano al entrenador chileno. Ellos contribuyen al milagro, aunque el verdadero artífice, con sus defectos, es el Ingeniero. Eso que no lo dude nadie.