La lluvia sigue sin dar un ápice de tranquilidad, instalando una inestabilidad absoluta en nuestra Semana Santa. Aun así, se pudo vivir un espléndido de cofradías. Un Martes Santo. Un día que pocas veces ha coincidido con el fútbol de nuestra ciudad, aunque por Heliópolis sí que guardan gratos recuerdos. En especial, aquel duelo que protagonizó el Betis un Martes Santo y en su torneo fetiche, la Copa del Rey...
Hace ya 27 años se registró uno de los días más felices que se recordaban por Heliópolis. Era un Martes Santo de 1997. Por aquel entonces, el Real Betis disputó la ida de las semifinales de la Copa del Rey, en el Benito Villamarín. Su rival fue el Celta de Vigo. Una cita que a la postre le permitiría colarse en una nueva final. La segunda de su historia (luego vinieron dos más).
Aquel Martes Santo fue calcado al de hoy. Aún se recuerda por el frío y el viento con el que hizo en la ciudad... aunque por Heliópolis la temperatura subía y de qué manera. El Real Betis tomaba ventaja en la eliminatoria. Un polémico gol del croata Nenad Bjeliça desequilibró el choque de ida.
Bjelica, por cierto, recordaba hace unos días al Betis como la mejor entidad que ha pisado: "Es un club impresionante y probablemente el mejor vestuario en el que he estado como jugador".
El once de Betis lo formaron Jaro, Ureña, Vidakovic, Olías, Cañas, Merino, Alexis, Luis Fernández, Finidi, Alfonso y Kowalczyk. Roberto Ríos, el citado Bieliça y Sabas fueron los tres futbolistas que se incorporaron desde el banquillo. El Celta de Vigo estaba dirigido por Fernando Castro Santos y contaba con jugadores como Eusebio, Mazinho, Revivo o Del Solar.
El gol del Betis aquel Martes Santo llegó en el minuto 72. El Celta había recurrido a perder tiempo con diferentes artimañas. Entre ellas la de futbolistas que se tiraban, en algunos casos no pero en otras sí, simulando lesiones. En una de estas situaciones, el Betis decidió seguir el juego. Fue tras un saque de banda y con una pared entre Alfonso y Bieliça cuando se produjo el gol.
En un partido que había arrancando a las nueve y media, la explosión de júbilo por el gol llegó minutos antes de las once de la noche. Coincidió con El Cerro por su barrio y Aníbal González, Los Javieres por Feria, San Esteban llegando a su iglesia para vivir ese complicada entrada y Los Estudiantes por la Lonja. Fue el momento en el que San Benito subía la Cuesta del Rosario, que La Candelaria transitaba en el entorno de la Catedral, La Bofetá discurría por la Avenida y Santa Cruz por Sierpes.
La polémica de la ida derivaría en un complicado ambiente para el Betis en el encuentro de vuelta celebrado en Balaídos, donde los verdiblancos lograron el pase a la final tras empatar 1-1, con un gol de Alexis a cinco minutos para acabar. Antes había marcado Ratkovic para los celtiñas. El propio Ratkovic y Ureña fueron expulsados. Los de Serra alcanzaron la final, que luego perdieron frente a Barcelona. El cimiento del pase, en la ida de las semifinales, se produjo un Martes Santo.
Aquel Martes Santo, recordado por el viento que obligó a que La Candelaria pasara por Menéndez y Pelayo y evitar los Jardines de Murillo o por el regreso de Los Javieres a Omnium Sanctorum, también lo fue por el Betis y las semifinales de la Copa del Rey. Béticos que interrumpieron sus vivencias cofrades por unas horas y otros, con los pinganillos de la radio puestos, escuchando el devenir del partido mientras presenciaban el discurrir de las cofradías.
Fue uno de los más recordados pero no el único día de Semana Santa con fútbol para el Betis. Al año siguiente se jugó también en Martes Santo un partido contra el Barcelona, previamente aplazado. En esa ocasión perdió (0-2). Más habituales fueron los Domingo de Ramos, como el de 2017 en Las Palmas o dos derbis, uno de ellos el famoso ‘Domingo de Romo’ de 1986 (1-0) con triunfo bético, o el reciente de 2014 con polémica y triunfo del Sevilla (0-2).