433 días. Cuántas cosas caben en el calendario. El tiempo no espera a nadie y Nabil Fekir ha tomado buena nota de ello durante todos estos meses. La última vez que el francés celebró un gol fue el 4 de febrero de 2023. El Real Betis recibía al Celta de Vigo, igual que en la noche de este pasado viernes. Al poco, llegaría la lesión y el mundo se pararía para el '8' bético. Pero más de un año después, el jugador verdiblanco se citó con el mismo protagonista y volvió a levantar al Villamarín de sus asientos. Todo vuelve a girar.
Fekir ha vivido todo este camino entre quirófanos, gimnasios, planes específicos, readaptaciones y mucho escepticismo alrededor de su figura. Desde su rotura de ligamento cruzado ante el Elche, todos lo esperaban con gran ilusión. Pero volvió con la pólvora mojada. Ante el Aris Limasol, el día de su vuelta, falló un penalti nada más pisar el terreno de juego. Las ocasiones claras se repitieron ante Getafe o Villarreal, sin que la fortuna sonriera al campeón del mundo.
A pesar de su negativa de cara a portería, Pellegrini siguió confiando en su capitán y no ha dejado de apostar por él en ningún momento.
Precisamente, el día en que parecía que la paciencia de propios y extraños se había agotado, el genio volvió a frotar la lámpara. El técnico chileno lo dejó en el banquillo esperando su oportunidad, la cual supo aprovechar. Y justo cuando su equipo más lo necesitaba.
En el descanso se calzó de nuevo las botas y recordó al Fekir que tantas veces ha ovacionado el estadio. En el minuto 83 recibió un balón perfecto de Isco, controló con el pecho y cuando todo el campo pedía que mirara a portería, recortó con elegancia y sangre fría para definir con la pierna diestra. Un tanto que, a la postre, supondría el triunfo local.
Por cosas del destino -y del VAR- los béticos pudieron celebrar el tanto en dos ocasiones. El brazo en alto del juez de línea cortó el éxtasis de forma momentánea, aunque el pitido del colegiado señalando al centro del campo retomó la celebración.
433 días. Para que la grada y el banquillo saltaran de alegría. 433 días después y de nuevo ante el Celta de Vigo, la piña de jugadores se arremolinó alrededor de su capitán.