La dura infancia de Antony saltando cadáveres en la favela: "Nací en el infierno, la pelota me salvó"

El Real Betis Balompié ha hecho un movimiento de campanillas en el mercado invernal, asegurándose la llegada de Antony Matheus dos Santos. Se trata de uno de los fichajes más interesantes de este mes de enero, llega en calidad de cedido por el Manchester United y buscará en Heliópolis recuperar el gran nivel que hizo que el gigante inglés pagara 95 millones de euros al Ajax de Amsterdam en el verano de 2022.

Esa es la vida alumbrada por los focos de Antony, pero su pasado y su infancia fueron mucho más humildes. Hasta peligrosos. El nuevo jugador del Betis nación en Osasco, un municipio en el área metropolitana de Sao Paulo, la más grande de América, y más concretamente en Inferninho, una de las favelas más peligrosas de todo Brasil.

Así, el objetivo del jugador desde niño no fue marcar goles en los estadios más importantes del mundo, sino sacar a su familia de Inferninho, algo que logró siendo muy joven. “Nací en el infierno. Esto no es una broma. Para mis amigos europeos que no saben, la favela donde crecí en São Paulo se llama Inferninho”, expresó en 2022, poco antes del Mundial de Catar que disputó con Brasil, en una carta muy personal firmada por él mismo en The Players Tribune.

La infancia entre armas y cadáveres de Antony

En Inferninho, como su propio nombre indica, la vida era un infierno, entre drogas, armas y cadáveres, y ahí creció el nuevo jugador verdiblanco. “Estábamos tan acostumbrados a ver armas que ya ni siquiera daba tanto miedo. Era sólo una parte de la vida cotidiana. Teníamos más miedo de que la policía rompiera nuestra puerta”, explica.

“Una vez, en mi camino a la escuela cuando tenía unos 8 o 9 años, encontré a un hombre tirado en el callejón. Sólo que él no se movía. Cuando me acerqué, me di cuenta de que estaba muerto. En la favela, te insensibilizas un poco en algunas situaciones. No había otro camino a seguir, y tenía que ir a la escuela. Así que cerré los ojos y salté sobre el cadáver”, recordaba Antony, evocando una estampa casi increíble para el primer mundo. En todo caso, el futbolista asegura estar feliz por "haber crecido en el lugar equivocado, pero con las personas idóneas".

En esas, el fútbol fue su vía de escape y uno de sus grandes amores. “Siempre digo que tuve mucha suerte cuando era niño porque a pesar de todas nuestras luchas, recibí un regalo del cielo. La pelota me salvó. Ha sido mi amor desde que nací. Aprendí todos los trucos de Ronaldinho, Neymar, Cristiano Ronaldo. Los veía en YouTube, gracias a mi 'tío' Toniolo. Cuando era pequeño, me dejó usar su wifi para poder entrar a YouTube y aprender de los mejores. Esto es lo que la gente no entiende de la favela. Por cada persona que hace el mal, hay muchos que hacen el bien”, recordaba.

La separación de sus padres fue un punto de inflexión para él. “Fue devastador, pero también me dio mucha motivación. Cerré los ojos y pensé: voy a sacarnos de esta. Si hablas con los medios, siempre te preguntan sobre tus sueños. ¿La Liga de Campeones? ¿El Mundial? ¿El Balón de Oro? Pero estos no son sueños. Son objetivos. Mi único sueño era sacar a mis padres de la favela. No había ningún plan B. Iba a triunfar o morir en el intento”. Antony vivió en la favela incluso siendo profesional con el Sao Paulo, hasta hace apenas cinco años. “Un año después estaba en el Ajax, jugando la Liga de Campeones. Así de rápido cambiaron las cosas”.

“Pasé de la favela al Ajax y al Manchester United en tres años. La gente siempre me pregunta cómo logré ‘girar la llave’ tan rápido. Para ser honesto, es porque no siento presión en el campo. Sin miedo. ¿Miedo? ¿Qué es el miedo? Cuando creces teniendo que saltar sobre cadáveres sólo para llegar a la escuela, en el fútbol no puedes tener miedo de nada”, añadía.

Lo que tiene clarísimo Antony es que su forma de jugar no va a cambiar. “Con un balón de fútbol a tus pies sólo debes sentir alegría. Nací regateador, atrevido, alegre. Es parte de mis raíces. Fue el regalo que me trajo de los barrios bajos a Old Trafford. Nunca cambiaré mi forma de jugar porque no es un estilo. Soy yo. Una parte de mí. Nada de lo que hago es una broma. Todo tiene un propósito. Atacar con valentía, asustar al oponente, crear espacios, marcar la diferencia para mi equipo. Si crees que soy sólo un payaso, entonces no entiendes mi historia. El arte de Ronaldinho, Cristiano Ronaldo y Neymar me inspiró cuando era niño. Observé a estas estrellas con admiración a través de una conexión Wi-Fi prestada y luego fui a la cancha para intentar imitar su genio”, concluía el hoy jugador del Betis.