El esperado regreso del colombiano James Rodríguez, fuera de juego dos meses por una rotura en el quinto metatarsiano de su pie derecho, ha devuelto al conjunto blanco a sus mejores momentos de aquellos tiempos no muy lejanos en los que arrasó con 22 victorias consecutivas en partidos oficiales.
Los síntomas de la recuperación de un equipo triste se vieron en el Camp Nou la pasada jornada. Pese a perder 2-1 contra el Barcelona, el cuadro de Carlo Ancelotti dio una imagen muy diferente a otras pobres que presentó en algunos duelos, alguno humillante (el 4-0 ante el Atlético), que dejaron sin el liderato al Real Madrid. Si la recuperación del croata Luka Modric ya fue clave y frente al cuadro azulgrana el cuadro madridista carburó al ritmo del balcánico, la presencia novedosa de James Rodríguez en el centro del campo terminó de ensamblar un trío de piezas que siempre triunfó cuando estuvieron juntas. Los aplausos que recibió James del público del estadio Santiago Bernabéu, que también coreó su nombre cuando fue sustituido por Jesé Rodríguez en la segunda parte, fueron un justo premio para un jugador que triunfa siempre que juega en el centro del campo junto a Modric y el alemán Toni Kroos. Antes del partido ante el Granada, había un dato contundente: cuando los tres jugaron a la vez, el Real Madrid siempre ganó. En total, hasta este domingo, sumaban siete encuentros juntos, no dejaron escapar ningún punto y lograron 29 goles a favor (4'1 por partido) y cuatro en contra. A la octava oportunidad, tampoco fallaron. Los cinco goles de Cristiano, los dos de Karim Benzema y el tanto de Gareth Bale eclipsaron el trabajo de la verdadera sala de máquinas del Real Madrid ante el Granada. Y, James, tuvo mucha culpa de que estuviera bien engrasada. El colombiano sumó dos asistencias y ya son doce en todas las competiciones desde que llegó al Real Madrid. Una se la dio a Cristiano en la primera parte y la otra a Benzema, en la segunda, tras sacar un córner de forma magistral con la ayuda de una defensa timorata. Además, jugó como antes de desaparecer por la lesión del 31 de enero de 2015 durante un partido contra la Real Sociedad. Fue un nexo de unión perfecto para los jugadores de ataque blancos, que aprovecharon la velocidad en los pases de James, muy rápido en las transiciones hacia delante. Si Ancelotti dijo en la víspera del encuentro que era posible ganar los diez partidos que quedan, ante el Granada tuvo un buen aviso. El trivote ganador volvió a vencer, una vez más, y tiene nueve encuentros por delante para asaltar el título de Liga. Pero el técnico italiano tendrá un dilema. En parte, si James jugó, fue por la ausencia obligada de Isco Alarcón. El medio malagueño, sancionado, vio el choque desde la grada y cedió su hueco a James. Tal vez desapareció en el peor momento, cuando el Real Madrid necesitaba un equipo contundente para coger moral. A veces, si las cosas funcionan, es mejor no cambiarlas. Y, si el conjunto blanco goleó 9-1 con el trivote ganador, a lo mejor no debería cambiar nada. Y más cuando exactamente con la misma alineación, goleó en el estadio de Riazor 2-8 al Deportivo esta temporada. Está comprobado: los mismos, funcionan. Y, con James, más aún.