Hace exactamente dos años, el 4 de enero de 2016, Zinedine Zidane llegó al Real Madrid para sustituir a Rafael Benítez en un mal momento para el club blanco, que marchaba tercero en Liga con 37 puntos a 5 puntos del líder, el Barcelona, que aquel curso, el 2015/16, ganó el torneo con facilidad.
Zidane, acompañado de Florentino Pérez y la Junta Directiva del club blanco, de su mujer, Veronique, y de sus cuatro hijos, Luca, Enzo, Elyaz y Théo, apareció por el estadio Santiago Bernabéu a última hora de la tarde con aspecto serio pero tranquilo. Aquella sería una de las pocas ocasiones en las que el técnico francés no mostró una de sus grandes características, una eterna sonrisa que simboliza una de sus mayores virtudes fuera y dentro del vestuario: la mesura y la mano izquierda.
Y es que el Real Madrid acababa de cerrar la etapa de Rafael Benítez, que no acabó de cuajar en el vestuario blanco y además no conseguía lucir un fútbol vistoso que presentaba serias dudas sobre el terreno de juego. Era un día solemne y Zidane, eso sí, se emocionó por llegar al banquillo de la entidad madridista.
Benítez se marchó con el Real Madrid tercero en Liga, en octavos de final de la Liga de Campeones tras quedar primero de su grupo, y eliminado de la Copa del Rey por el Cádiz con el esperpento de Denís Chéryshev y su alineación indebida que provocó la salida de la competición de forma inesperada.
Florentino Pérez no esperó tras el pinchazo en Valencia el día 3 de enero de 2016 (2-2) y 24 horas después presentó a Zidane en el estadio Santiago Bernabéu. Desde entonces, el Real Madrid, que ahora atraviesa un bache en Liga, ha conseguido, en los dos años que hoy cumple el francés en el banquillo, 8 títulos: 2 Ligas de Campeones, 2 Supercopas de Europa, 1 Liga y 2 Mundiales de Clubes.
Zidane, definitivamente, enderezó el rumbo de un club que futbolísticamente se hundía de forma peligrosa. Algunos alzaron la voz cuando llegó al Real Madrid para criticar la llegada de un entrenador con la escasa experiencia de haber entrenado al filial blanco y de ser el segundo de Carlo Ancelotti en el curso 2013/14.
La clave del éxito no fue una revolución táctica ni una reinvención del fútbol. El Real Madrid, con un vestuario repleto de figuras, necesitaba tranquilidad y mano izquierda. Y Zidane consiguió, mediante una brillante gestión del vestuario, erigirse como una figura respetada por todos sus hombres a los que condujo hacia la gloria.
Esa personalidad la proyectó a los medios de comunicación para cultivar una buena relación que también es muy importante para un entrenador de un club como el Real Madrid. Siempre, ante cualquier pregunta, dura, rebuscada, obvia o puñetera, presentó una sonrisa eterna y una respuesta moderada.
En las centenares de ruedas de prensa que ha ofrecido, siempre ha defendido a sus jugadores. Ha estado con ellos a muerte. No ha criticado a nadie. Ni por sus actitudes dentro del campo ni fuera. Con eso, ha conseguido que sus órdenes sean respetadas. Y un vestuario unido, en un equipo lleno de estrellas como el Real Madrid, implica tener la mitad del trabajo hecho.
En la actualidad, tal vez Zidane viva su peor momento desde que llegó a la entidad blanca. Aunque a finales del mes de diciembre ganó el Mundial de Clubes, la derrota en el Clásico ante el Barcelona por 0-3 antes de las vacaciones de Navidad hizo mucho daño. Con un partido menos que su gran rival, es cuarto, está a catorce puntos de distancia del liderato y por encima aún tiene al Valencia y al Atlético.
Además, se muestra enigmático cuando es preguntado por su futuro. Renovado hasta 2020 el pasado mes de agosto, en la última rueda de prensa, previa al choque frente al Numancia, no fue rotundo cuando fue cuestionado por si seguirá al frente del Real Madrid la próxima campaña: "La pena es que aquí no se sabe. Voy intentar acabar la temporada de la mejor manera. Tenemos muchas posibilidades de ganar otra vez. Es lo que me anima. No veo más allá de los seis meses que tengo por delante", manifestó.
El futuro, incierto, no puede borrar el pasado de Zidane en el Real Madrid. Cuando se siente esta noche en el banquillo del Nuevo Estadio Los Pajaritos, por su cabeza pasarán los 8 títulos que ha conseguido a lo largo de 730 días, los mismos que Luis Molowny y sólo por detrás de Miguel Muñoz, que logró catorce en ese mismo número de años.
El técnico francés necesitó sólo 714 días para convertirse en el segundo entrenador más laureado de la historia del Real Madrid. Ese logro no se lo podrá discutir nadie. Sus cifras son contundentes: 730 días, 8 títulos y miles de sonrisas. Con ellas, sin duda, ha llegado más lejos de los que muchos pensaban.