El noveno traspié del Real Madrid en 18 partidos que ha disputado en la primera vuelta de LaLiga Santander, a falta de recuperar el partido en Butarque, dejó a Cristiano Ronaldo con su desesperación en cada ocasión perdonada como el fiel reflejo del sufrimiento de un equipo que ha perdido el gol.
El máximo referente del Real Madrid, el portugués Cristiano Ronaldo, dejó ante el Villarreal un nuevo partido repleto de intentos de marcar y un final de frustración. Frenado en sus mejores acciones por brillantes paradas de Sergio Asenjo, no cesó de intentarlo sin éxito, desesperado ante la falta de pegada en una competición en la que, como su equipo, no encuentra soluciones.
Ningún jugador del Real Madrid lleva más de cuatro tantos en Liga. Los han firmado Cristiano Ronaldo, Gareth Bale, Marco Asensio e Isco Alarcón. No hay un referente, como era Cristiano hasta ahora en la competición doméstica, ni escuderos con un buen puñado de goles como Bale o Karim Benzema.
El actual Real Madrid, después de encadenar algo que no se veía en el Santiago Bernabéu desde hace once años, dos partidos sin marcar (0-3 ante el Barcelona y 0-1 contra el Villarreal), cierra la primera vuelta con 32 goles a favor y una media de 1,7 por partido. Hace un año había firmado 49, con una media de 2,5. Uno de los datos donde radica uno de los grandes males que está sufriendo el equipo de Zinedine Zidane.
También hablan por sí solos los puntos. Si hace un año a estas alturas era líder y daba los primeros pasos hacia la conquista del título para cumplir el gran reto marcado en pretemporada en el vestuario, en el presente es cuarto y con riesgo de caerse de puestos que dan acceso a la próxima edición de la Liga de Campeones.
De ser líder con 43 puntos y un balance de 13 partidos ganados, 4 empatados y 2 perdidos, a estar a 16 puntos de un líder, el Barcelona, que aún tiene que jugar tras ganar solo 9 partidos en sus 18 partidos disputados en la primera vuelta y protagonizar el mismo número de tropezones repartidos en 5 empates y 4 partidos perdidos.
La imagen es tan preocupante que no provoca ni el enfado de la grada. En una tarde gélida y lluviosa, 63.403 aficionados se dieron cita en el Santiago Bernabéu. Los decibelios subieron ante varias decisiones del colegiado y las peticiones de penalti. Contra los jugadores, apenas unos silbidos a Marcelo por dos perdidas consecutivas en el primer cuarto de hora o generalizados a su equipo a los 65 minutos tras una acción culminada con una mal centro de Isco.
Hubo más apoyo que castigo. Respaldo a Cristiano, que era todo expresión en gestos posteriores a sus intentos de gol. A los 22 minutos tras una falta que sacaba Asenjo y repelía el travesaño. En el 29, serio y negando con la cabeza antes de implorar al cielo, tras perdonar una acción clara con un disparo cruzado. Aparecían gritos de desesperación un minuto después tras estrellarse en el lateral de la red cuando buscaba la escuadra.
Por actitud nadie puede reprochar nada a Cristiano que cerraba el primer acto estrellando un disparo en Bonera y desgañitándose ante el árbitro pidiendo penalti. Cuando remataba a placer y Asenjo se lucía a bocajarro, pedía el derribo antes del golpeo.
En la segunda mitad se rebajaron las oportunidades claras de marcar para Cristiano a los 57 minutos, cuando en carrera chutó blando abajo a las manos de su pesadilla del día, el portero del Villarreal. La ansiedad le llevó a dar al suelo en un intento de pase frustrando un claro contragolpe y dejándose caer a banda izquierda, intentó siempre entrar hacia dentro para soltar disparos que ya no encontraron puerta desde que en el 66 Asenjo detuvo su último disparo. Fue la tarde gris de un Ronaldo desesperado y un Real Madrid sin gol.