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¿Dónde están los campeones?

Gareth Bale se lamenta tras un gol anulado (Foto: LaLiga).
Fran Fuentes

El Real Madrid fue vapuleado por el Éibar en el estadio de Ipurúa. Ríos de tinta corrieron con el 'Efecto Solari' y con la nueva felicidad tras el despido de Julen Lopetegui. El partido de después de ratificar al argentino como entrenador hasta 2020, encaja un 3-0.

Queda patente que el problema no era el entrenador. Haya quien haya en el banquillo, el equipo sigue cometiendo los mismos errores que con Lopetegui. Solo queda una explicación: Estos jugadores han sido cambiados por peleles idénticos a los originales. Tiene que ser así. El núcleo grueso de esta plantilla ya no es que venga de ganar cuatro Champions en cinco años. Es que, encima, venían de golear al Éibar en cada enfrentamiento en Ipurúa de los últimos años.

El Mundialito de Clubes se avecina. Y existen muchas posibilidades de que el Real Madrid se proclame vencedor. Posibilidades de volver a blandir esa escarapela de campeones del mundo. De un nuevo título que ensanche aún más unos egos de cuya gestión se desentendió Zinedine Zidane el pasado verano.

"LaLiga Santander fue el título más difícil de toda mi etapa" dijo el preparador francés, que ganó tres UEFA Champions Leagues en dos años y medio al timón de la nave blanca. Porque la dificultad que entraña el Real Madrid no es la de enfrentarse a rivales. El mayor fantasma del club es la sombra alargada y oscura de sí mismo. De sus egos. Esta plantilla es enemiga de sí misma. Su rendimiento contrasta con su grandeza, la que le han dado ser cuatro veces campeones de la Liga de Campeones, o la Copa del Mundo en alguno de ellos.

¿Hay plantilla? Por supuesto. Si entran en las valoraciones de algunos de los videojuegos de moda, verán que están mejor puntuados que los de la mayoría de equipos. Pero el fútbol, una vez más, no va de nombres. O si no, que le pregunten a Cucurella. Primera temporada en Primera división y ha destrozado a base de fútbol y velocidad a todo un Real Madrid. ¿Por qué? Porque el Éibar es un equipo, no una constelación de jugadores borrachos de triunfos y éxitos.

"He maleducado a los jugadores y se han confundido" dijo Florentino Pérez al dimitir la primera ocasión, en febrero de 2006. Doce años después, vemos los mismos vicios, los mismos problemas y la misma ausencia de plan deportivo. Aunque con un ligero matiz: Aquel Florentino marcaba paquete a base de talonario en Europa. Este encoge el puño cada vez que le interesa una estrella, y destina el mismo efectivo en fichar adolescentes sin contrastar.

El Real Madrid vive un momento crítico en cuanto al estado de su proyecto. Intentará salvar la temporada, puede que incluso con algún título. Pero está claro que este equipo necesita un serio giro de timón. Una revolución como la de 2009. Un nuevo golpe sobre la mesa que reviva ilusiones y alimente esperanzas.

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