La Copa del Rey depara el segundo clásico del curso del fútbol español. El primero, en Liga, fulminó la corta etapa de Julen Lopetegui en el banquillo del Real Madrid. Un 5-1 demoledor sin Leo Messi, fue la puntilla a un equipo sin rumbo. Ahora, recuperado en su autoestima y el físico de la mano de Santiago Solari, encara un gran reto.
Para el Real Madrid el clásico del Camp Nou es el escenario perfecto para confirmar su resurrección. Llega en su mejor momento de la temporada, encadenando cinco victorias consecutivas, con Santiago Solari recuperando a todos sus jugadores y tan solo Jesús Vallejo en la enfermería, exhibiendo buen fútbol para despejar las dudas y corregir aspectos futbolísticos que le lastraban, como la falta de gol.
En un febrero decisivo, en el que definirá ante el Barcelona su futuro en la Copa del Rey, inmediatamente su papel en LaLiga en la visita al Wanda Metropolitano más el regreso de su competición predilecta, la Liga de Campeones, la plantilla de Solari encara retos con ambición.
Amparada en la figura del joven Vinicius, siempre listo para tirar del equipo en ataque y desequilibrar, con Karim Benzema explotando su cara más goleadora, con seis tantos en cuatro partidos consecutivos anotando, y a la espera del regreso de la mejor versión de Gareth Bale.
La presencia del galés es la única duda por despejar en el dibujo de Solari. La BBV que se estrenó de inicio ante el Alavés no engrasó bien y Lucas Vázquez parece intocable en el Camp Nou, por el trabajo defensivo que aportará ante Jordi Alba y tras haber descansado en el último encuentro.
Cambiará la cara de su equipo titular Solari, que expresó públicamente el sentimiento del club por un calendario que considera injusto con un día menos de descanso que su rival en la ida y en la vuelta, introduciendo hasta seis novedades en el equipo titular.
Regresa Keylor Navas a la portería en su competición, tras cumplir sanción lo hacen Nacho y Varane a una defensa que presenta tres novedades con la vuelta de Marcelo. Y Kroos más Lucas cierran el círculo de caras nuevas en un once que no debe acusar el cansancio.
Messi es el centro de todas las miradas. El argentino hizo ayer trabajo de fisioterapia al sufrir una contractura en el aductor de su muslo derecho en el último compromiso liguero ante el Valencia. Mientras, Dembélé ultima su puesta a punto tras el esguince en el tobillo izquierdo que padeció hace quince días contra el Leganés. Son las dos incógnitas por despejar del Barcelona.
El último entrenamiento marcará la decisión de Ernesto Valverde para diseñar la lista de convocados, en la que seguro no entrará Jasper Cillessen, el portero del Barça en la Copa, que se perderá la eliminatoria y seis semanas de competición por una rotura en el sóleo de la pierna derecha. Su puesto en el once lo ocupará Marc-André ter Stegen, titular en el resto de competiciones.
La baja de Cillessen se une a las de larga duración y ya conocidas del defensa Samuel Umtiti y el centrocampista Rafinha Alcántara. Pendientes de Messi, Valverde deberá elegir entre arriesgar con el astro de Rosario o reservarlo pensando en el duro calendario que le espera a su equipo de aquí a final de temporada y que, tras el clásico, le llevará a medirse al Athletic Club en LaLiga en el siempre difícil San Mamés.
Si finalmente el '10' azulgrana no es de la partida, su puesto en el once podría ocuparlo el propio Dembélé, si recibe el alta médica. Otra opción para Valverde sería la de modificar el esquema y apostar por un 4-4-2 con Coutinho y Luis Suárez, que siempre rinde a un gran nivel ante el Real Madrid (le ha metido 9 goles en 11 partidos), en punta. Aunque, conociendo a Messi, difícilmente renunciará a participar en un encuentro ante el eterno rival y con una final en juego.
El resto será el equipo de gala, al que el preparador extremeño ha podido reservar, en parte, en el último encuentro ante el Valencia, ya que Clement Lenglet y Sergio Busquets, éste ultimo al estar sancionado, no jugaron, y Arthur Melo y Jordi Alba empezaron en el banquillo.