El Real Madrid dejó un mensaje de poderío en la Liga de Campeones y mostró sus credenciales para volver a ser candidato al título en un recital de autoridad, con un doblete de Karim Benzema que acabó sin premio por un grave error de Varane que resucitó al París Saint-Germain.
Un duelo grandioso se convirtió en cuestión de orgullo. Real Madrid y PSG saltaban al césped clasificados para octavos, pero con la necesidad de reivindicarse de los de Zidane y de demostrar que este año sí son candidatos al éxito los de Tuchel. El duelo fue un regalo para el fútbol que deja a los parisinos con el primer puesto asegurado y a los madridistas relegados al segundo.
Desde la última conquista de la Liga de Campeones, el Real Madrid no mostraba una imagen tan contundente. Zidane sorprendía apostando por Isco (49 minutos en todo el mes de noviembre) y acertó reforzando el centro del campo con una pieza más. Su equipo fue una sinfonía futbolística. Un grito de regreso a la elite tras un año sombrío.
Superó un inicio eléctrico del PSG, al ritmo de un futbolista que vuela sobre el campo, Kylian Mbappé. Zidane arriesgó apostando por Marcelo en su marcaje. La diferencia de velocidad provocó ayudas defensivas al brasileño, que sufrió de inicio hasta que Tuchel incomprensiblemente cambio al astro francés de banda. Hasta ese momento puso un balón a la testa de Icardi, que remató arriba, como minutos antes había hecho con un pase de Bernat.
Cuando el Real Madrid interpretó el partido no tuvo freno. Mostró una imagen imponente en la que emerge Fede Valverde como la clave del cambio. Se hizo dominador del partido el conjunto madridista dando a cada jugada sentido, acabándolas siempre con remates para la exhibición de paradas de Keylor Navas.
Solo cedió a los 17 minutos, sin poder hacer nada ante el 1-0, obra de Benzema. Llegó de una gran jugada de Hazard en el arranque con amagos ante tres rivales, Valverde metió velocidad y verticalidad con un pase a Carvajal y el desmarque al espacio para lanzar un centro que Isco remató a un poste y Karim remachó a placer.
La ventaja desató la mejor imagen de la temporada del equipo de Zidane. Se encendió el Bernabéu en uno de esos duelos europeos que provocan una mutación de su equipo. Pura garra en la presión, robo en zona alta y disparos con continuidad. Keylor sacaba un mano a mano a Benzema, dos disparos desde la frontal a Kroos y un saque de esquina directo, y otra llegada de Carvajal.
El París Saint-Germain se había empequeñecido. No encontraba salidas a la trampa y solo Mbappé dejaba intuir peligro. En su mejor ocasión, con Icardi solo para marcar, se topó con Courtois, que sacó una mano arriba. El portero belga fue protagonista de la acción polémica del partido.
Pasó de ser expulsado a seguir en el partido gracias al VAR. Quedaban dos minutos para el descanso y un desajuste defensivo sumado a su salida imprecisa provocó un derribo dentro del área a Icardi. El colegiado Artur Dias pitó falta fuera, pero mostró la roja a Courtois antes de corregirlo todo y señalar una falta de Gueye por un empujón a Marcelo en el inicio de la jugada.
Neymar no estaba al cien por cien. Lo demostró en el segundo acto cuando Tuchel recurrió a él. Nada tenía que perder el PSG y su técnico arriesgó. El brasileño apenas participó, lejos de su zona de influencia, sin realizar ninguna ayuda defensiva. El madridismo le recibió con una pitada para mostrarle que no era el deseado cuando sonó como posible fichaje blanco. El soñado lleva el 7 del PSG.
El efecto del cambio fue el contrario. No intimidó y el Real Madrid necesitó 23 segundos para volver a probar a Keylor. El centro de Marcelo lo remató solo en el segundo palo Benzema y el costarricense sacó el balón con las piernas.
Realizó trece paradas hasta que llegó lo que todos interpretaron como la sentencia. Marcelo rompió por la izquierda y su centro lo remató picado de cabeza Benzema. Dio paso a un desplome inesperado por un error inexplicable de Varane. Un centro de Meunier, que había lesionado a Hazard, encontró el despeje del central francés contra el cuerpo de Courtois y el balón le quedó muerto a Mbappé, que marcó a puerta vacía.
En dos minutos el Real Madrid tiró el partido. De una subida de Bernat nació un centro que Pablo Sarabia, canterano madridista, colocó en una escuadra. Nadie creía lo que veía. El resultado era lo de menos con el grupo sentenciado, pero los de Zidane habían merecido una recompensa mayor.
Perdonó Rodrygo la ocasión que tuvo y el partido se despidió con el mejor de los guiones para Gareth Bale, al que se silbó menos desde la grada. Última acción y una falta perfecta para un zurdo. El palo rechazó su disparo la noche que pudo volver a ser héroe.
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