A las 21.00, en Las Pistas. Podría haber sido el mensaje de cualquiera de nuestros amigos para echar una pachanga en el polideportivo, pero este miércoles era el aviso que le saltaba a Zinedine Zidane en su teléfono para jugar ante Unionistas de Salamanca. O el que mandó el galo a sus jugadores.
Todos teníamos esa figura. Los había perezosos, desconectados, los que llegaban tarde porque andaban con deberes y, siempre, siempre, siempre, estaba el que siempre llamaba.
La figura del chico que antes de salir de clase, antes, mucho antes, de llegar a casa y ver cualquiera serie televisiva de animación ya te tenía planeada la tarde: partido en las pistas, pantalones con parches y un pelotazo cuando más dolía con el frío. Él lo había organizado.
Él se encargaba de avisar a todos los amigos en el recreo, él se encargaba de imaginar los partidos, de llevar el balón y, cuando la noche apretaba, decir: el que marque gane.
Ese, el más pesado, sería Zinedine Zidane. O al menos eso parece. El técnico francés, más tras el aviso que se llevó su compañero de profesión Quique Setién, saltó a Las Pistas -excelente comportamiento del Unionistas- con los buenos: ni los 100 millones de Bale, ni la capitanía de Marcelo, ni la magia de James Rodríguez podían faltar. Hasta Karim Benzema saltó al terreno de juego.
El Real Madrid de Zidane se tomó la Copa del Rey como debía: seriedad, rigor y compromiso ante un rival que, para el recuerdo, estuvo incluso algunos minutos empatados en el marcador.
Zinedine Zidane lo ha advertido en repetidas ocasiones y su palabra se oye desde Valdebebas hasta el Santiago Bernabéu: el Real Madrid debe competir y pelear por todas las competiciones.
Y si no lo haces, tranquilo, te llegará el mensaje: nos vemos a la hora de siempre en las pistitas.