Otra vez la dichosa camiseta rosa

¡Otra vez la dichosa camiseta rosa! ¡Otra vez! ¡No se enteran! Así me recibía un viejo amigo en whatsapp el día que el Real Madrid decidía presentar su nueva equipación. A la vista no es tan fea, las ventas seguro que apoyan mi teoría, pero mi colega bien sabía que esta indumentaria haría historia. ¡Y vaya que si la ha hecho!

El Real Madrid arrancó en Mestalla con sorpresa. El cabezón de Zinedine Zidane volvía a colocar a Isco Alarcón y a Marcelo como titulares y las redes sociales no dudaron en cargar contra él. "No están para jugar en este equipo", era el tuit más inofensivo que podías leer hasta diez minutos antes del partido.

Nadie se había percatado, pero el Real Madrid iba a vestir de rosa. El conjunto de Zidane llegaba a Valencia sin ganar con dicha camiseta. Sin competir, casi. Se perdió con ella en Manchester y se perdió recientemente ante el Cádiz. ¿Sabes quién sí lo sabía? Sí, Varane.

El pobre de Varane no tendrá mucho gusto por aquella melodía de Edith Piaf, La vie en rose, porque cada vez que ve la camiseta recuerda la noche de Manchester. Y se equivoca, inexplicablemente, como lo hizo en Valencia. Es un horror. La camiseta, me decía mi amigo, porque el francés tiene cualidades para rendir al máximo.

Con los pies, mejor que con las manos

Pero Varane no fue el único que tuvo una mala noche. Porque lo que no esperaba el del VAR es tener tanto trabajo: hasta tres penaltis le pitaron al equipo que nunca le pitan nada. Y todos bien pitados, todo sea dicho.

Lucas Vázquez se olvidó de ser lateral para parar un centro y Sergio Ramos, brazeando dice, cometió un penalti clarísimo que acabó por dilapidar las opciones de su equipo en Mestalla.

Otra vez la dichosa camiseta rosa. Igual Varane, Zidane y mi amigo se reúnen -son tres y deben hacerlo con mascarilla y distancia de seguridad- para convencer al que manda que el Real Madrid no debe jugar más con esta indumentaria.

Será eso, porque explicar lo ocurrido en Mestalla no tiene demasiada explicación.