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La normalidad era Sergio Ramos

Óscar Maya Belchí

Normalidad. Una de las palabras más usadas, y sobre todo esperadas, en este 2020 marcado por la pandemia del coronavirus. No la echas de menos hasta que la dejas de disfrutar, dejándote un gran vacío e incertidumbre. Lo mismo que le ocurría al Real Madrid sin Sergio Ramos, sobre todo en la UEFA Champions League, y que recuperó a última hora.

El capitán se machacó desde el primer día que se le diagnosticó la lesión en el bíceps femoral, sufrida en la abultada victoria de España frente a Alemania (6-0), con el partido frente al Borussia Mönchengladbach en la cabeza. Con la irregularidad del Madrid esta temporada se podría presuponer como una final para estar en la fase de eliminatorias de la Liga de Campeones. Y así fue.

Sergio Ramos, durante el Real Madrid-Borussia (Foto: RMCF).

La, otra, inesperada derrota contra el Shakhtar Donetsk dejó al conjunto del francés Zinedine Zidane con la obligación de ganar este miércoles para cumplir un objetivo que se daba por hecho a principio de temporada, y lo hizo con su capitán sobre el terreno de juego del estadio Alfredo di Stéfano.

La pandemia nos sigue dejando, al menos en España, estadios sin público. Circunstancia triste por muy acostumbrados que estemos. Al himno de la ‘Champions’, música celestial para los amantes del fútbol, le precede el silencio más absoluto que se prolonga tras su final y que Ramos pudo romper con su arenga tan simple como efectiva: “¡Va, va, va!”

La única parte buena de este fútbol es que se puede escuchar todo lo que los protagonistas dicen sobre el césped. Y en este aspecto Ramos destacó más que nadie. Entrenador sobre el verde.

Raphael Varane a su lado volvió a ser el que se encuentra entre los grandes centrales del planeta. Lucas Vázquez, extremo derecho hasta ahora habitual, no podía dormirse cuando le tocaba salir a la defensa. La superioridad física de Thuram, hijo del mítico Lilian, asustaba cuando se emparejaba con Lucas, pero este se impuso por garra; con Ramos al lado es imposible no hacerlo.

Casemiro sabía cuando debía incrustarse entre los centrales y cuando no. Vinicius y Rodrygo cuando darse la vuelta para construir. Al que no pareció hacerle falta ninguna instrucción fue al croata Luka Modric; su fútbol habló por él.

Los silbidos de Ramos se repitieron durante todo el partido. Con sus “¡fuera!”, “¡métete!”, “¡calma!”, y demás imperativos tan habituales como la normalidad que se podía disfrutar antes de la pandemia y que se echa de menos más que el Madrid lo hizo con Ramos -sin él ocho derrotas en diez partidos en ‘Champions’-.

Esperemos que aquellos días vuelvan pronto, como esperan los compañeros de Ramos que llegue su renovación con el Real Madrid, con el que acaba contrato en junio de 2021.

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