Que Marco Asensio es uno de los futbolistas con más talento del panorama nacional es algo fuera de toda duda. Por eso todos aquellos aficionados que, a menudo, le exigen mucho más, no hacen más que pedirle que dé todo lo que pueda. Que sea él mismo. Porque la versión desdibujada, la que se ganó el apelativo de 'Ausencio', no es la que se merece el Real Madrid. No es, de hecho, la versión que se merece el propio Marco Asensio.
Y es que el estrellato es algo muy difícil de gestionar. Recuerdo cuando José Mourinho contaba que, en el Chelsea, dedicaron una partida de fondos a contratar asesores para los futbolistas. Tanto para sus bienes económicos como para las cuestiones psicológicas. Verse, de la noche a la mañana, con unos elogios (completamente merecidos) y una fama exacerbada puede ser complicado en una profesión con tantos egos como el fútbol. Que le pregunten a Jesé Rodríguez.
Marco Asensio brilló en cuartos y semifinales del la UEFA Champions League. Decidió varios partidos de LaLiga Santander. Ganó con su brillante pierna izquierda una Supercopa de España al FC Barcelona. De ahí que se le exija eso. Y es que la afición del Real Madrid solo le exige a quien sabe que puede darlo. La grada, hoy ausente aunque presente en las redes sociales, le exige a él. Le exigía a Mesut Özil, Ángel Di María o a Karim Benzema. Unos supieron gestionar la presión mejor que otros.
Ahora que Marco Asensio comienza a despuntar de nuevo, más le vale a todo el madridismo no volver a exacerbar el elogio. Mantener los pies en la tierra. No hablar de herederos, de cuotas de gol ni de cifras post Cristiano Ronaldo. Mejor que siga sintiendo que tiene que ganarse y que honrar cada minuto que viste la camiseta blanca. Que tiene que bajar a defender, que ayudar a sus compañeros y que brillar cada semana. Jugar en el Real Madrid hay que merecerlo cada día. Hoy, que sonría, que se lo ha ganado. La semana que viene, más.
Pero, por favor: no ahoguen a Marco Asensio en el elogio. Corren el riesgo de perderlo.