El Real Madrid 'murió' en la orilla fundido en su físico, tras una exhibición de orgullo para mantener las esperanzas de ser campeón de LaLiga Santander hasta el último segundo, remontando al Villarreal en el tiempo añadido y esperando noticias positivas que no llegaron de Pucela, para ceder con honores la corona al Atlético de Madrid.
LaLiga no pudo escribir un guión mejor en la resolución del pulso por el título. Un giro inesperado plantó al Real Madrid el escenario soñado. El gol del Real Valladolid alimentó la esperanza pero el equipo de Zinedine Zidane se bloqueó por los nervios, encajó un gol que le obligó a desafiarse a sí mismo buscando la primera remontada del curso y, cuando la firmó, ya era tarde. Los de Diego Simeone también habían dado la vuelta a su partido.
Hasta el final se tuvo que superar a sí mismo el Real Madrid. Los que esperaban un Villarreal con la mente en la final de la Liga Europa se equivocaron. Unai Emery no se sacó la espina clavada de no haber ganado nunca al Real Madrid en su casa, pero lo acarició. Cedió finalmente ante la eterna lucha madridista, cuando la plaza de Liga Europa ya era un imposible por el resto de resultados y acabando en plaza de 'Conference League'.
La ansiedad madridista marcó el primer acto. Zidane descartó recuperar su defensa de tres centrales una vez recuperados Varane y Sergio Ramos, apostó por el tridente en busca de un triunfo obligado y desesperó ante un equipo atenazado. Superados en un centro del campo que corrió tras las sombras y provocó desajustes defensivos. Sin más argumentos ofensivos que las apariciones de Karim Benzema, repletas de orgullo. Un solo remate a puerta en el primer acto y en el tiempo añadido, un testarazo blando de Casemiro.
Desde el inicio estuvo más cómodo el Villarreal. Exigiendo mostrar su velocidad punta a Militao para salvar un mano a mano de Bacca y encontrando en un mal despeje del central brasileño, la oportunidad de golpear. La buena maniobra de Yeremi Pino, con un gran control y rápida definición ante la salida de Courtois, fue un directo al mentón madridista cuando llegaba al césped la celebración del tanto recibido por el Atlético de Madrid.
A la hora de reaccionar faltaron argumentos futbolísticos al Real Madrid en el primer acto. Desde el empuje de Casemiro, con más corazón que fútbol, intentó levantarse. Asensio de cabeza peinó una falta de Modric, que no encontraba puerta tras un recorte en área rival. A Militao se le hacía de noche con todo para chutar y Benzema lo hacía a las nubes.
No había claridad en los intentos y sí desajustes que pudieron dejarle sentenciado. Mientras sumaba un nuevo capítulo de incomprensión a las manos, por una involuntaria de Parejo en su área, Capoue avanzó sin oposición y pudo rematar al equipo de Zidane desde la frontal. La emoción estaba servida para el segundo acto y el Real Madrid salió volcado, se dejó todo lo que le quedaba y encerró al Villarreal en su área.
El cambio de panorama provocó una montaña rusa de sensaciones en el Di Stéfano. De alimentar la esperanza al desplome de las ilusiones. Sus intentos parecían morir en un gol anulado a Benzema y con las noticias negativas que llegaron desde Valladolid. Un disparo de Fede Valverde, un testarazo de Militao mostraban las intenciones antes del pase de Casemiro que cabeceaba a la red Karim. El VAR, una vez más, actuaba contra los intereses madridistas por la posición ligeramente adelantada del delantero francés.
Entre la rabia de una decisión que frenaba en seco a los 55 minutos al equipo blanco, parecía acusar falta de energía y ánimo para aspirar a la proeza. Ni cuando Rulli cometió un exceso de confianza y Benzema perdonó lo que nunca, pero los cambios de Zidane que tenían aire a despedida de Isco, Marcelo y Mariano, acabaron siendo decisivos.
Nadie podrá achacar nada al Real Madrid esta temporada, pese a acabar en blanco once años después. Sus futbolistas lo dieron todo hasta el final. Benzema cerró su gran curso firmando el empate en un arrancada de Rodrygo, colocando el balón en la escuadra con elegancia a los 87 minutos. Y aunque eran conocedores del triunfo del líder, con el partido roto pudiendo caer de cualquier lado, Modric acabó sellando una infructuosa remontada en el añadido.