Otro milagro. No hay manera de explicar lo que tiene el Real Madrid. Estaba contra las cuerdas, parecía todo perdido, el cronómetro llegaba al final... y de repente prórroga. Dos goles de Rodrygo Goes en apenas un minuto enviaron el partido al tiempo extra y ahí, una vez más, apareció Karim Benzema. El francés marcó el 3-1 gracias a un penalti que él mismo provocó. Y todo ello precedido de una gran arrancada de Eduardo Camavinga, que empieza en campo propio y acaba en el área contraria. Y de ahí, a la final de la Champions League de París.