Si se hablaba en la previa del "mejor partido del mundo" entre Real Madrid y Manchester City, lo cierto es que los dos equipos hicieron méritos para recibir esta catalogación. Lo del Santiago Bernabéu fue una exhibición táctica de Ancelotti y Guardiola y, por supuesto, de un Antonio Rüdiger que le encontró el botón de 'off' a Erling Haaland.
La primera visita del noruego a Chamartín centraba la previa del partido, siempre con los rumores de su posible fichaje en el aire y con ese duelo con Vinícius Jr. La baja de Éder Militao preocupaba en el madridismo pero con lo que no contaban es con que su sustituto cuajara su mejor partido de blanco.
Rüdiger se comió a Haaland de inicio a fin con todo tipo de acciones. Imperial por alto, siempre atento a salirle al corte y agarrándole también, por qué no, cuando hacía falta. El punta del Manchester City apenas dispuso de dos disparos dentro del área, uno flojo y otro repelido por Alaba y un cabezazo que no puso en problemas a Courtois.
Y eso en la primera parte porque, en la segunda, directamente desapareció. Rüdiger encontró los planos del androide y lo desconectó, dejando este un dato que demuestra lo que se vio en el Bernabéu con apenas 22 balones tocados.
Si Carlo Ancelotti y Pep Guardiola dejaron una lección táctica por cabeza (se notó que ninguno quiso tocar nada en que el italiano no hizo cambios hasta el final y el catalán ni eso), la del central del Real Madrid fue física. Gary Kasparov no pudo ganarle a Deep Blue en aquellas históricas partidas de ajedrez pero Rüdiger sí pudo vencer a Haaland y demuestra que la humanidad aún tiene mucho que decir ante las máquinas.