Fernando Sanz denuncia el acoso recibido como jugador del Real Madrid: "No sé ni cómo he podido aguantar"
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Fernando Sanz lo pasó mal por su condición de hijo de Lorenzo Sanz
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El exdefensa recuerda que en su época no se trataba la salud mental
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La situación de Fernando Sanz como jugador del Real Madrid estuvo continuamente en entredicho por su condición de hijo de Lorenzo Sanz, el presidente blanco entre 1995 y 2000. Hasta su marcha al Málaga en 1999, el central no pudo reivindicarse como un gran defensor aunque no fue nada fácil en una época en la que la salud mental aún era un tema tabú.
En SER Deportivos, el exjugador y exdirectivo ha reconocido lo mal que lo pasó, ya desde pequeño, en la cantera madridista: "Para llegar ahí pasé las de Caín. Yo no sé cómo he podido aguantar. ¿Por qué no se recurrió? Primero porque no voy a decir que no existiera pero no era popular y más entre los futbolistas, es más, estaba mal visto".
"Era como si uno fuese débil, ¿no? Por recurrir a gente, bueno, a psicólogos, pero yo no sé ni cómo he podido aguantar porque yo he pasado... Te puedo contar 25.000 historias y 25.000 páginas que uno dice '¿Pero cómo este chico puede aguantar?'", reflexionó Fernando Sanz.
El actual embajador de LALIGA al menos se queda con el aprendizaje de estas vivencias para "hacerse más fuerte": "También es cierto que lo que me pasó en el Real Madrid luego me hizo muy fuerte para mi siguiente paso en el Málaga y todo lo demás que me ha venido. Pero muchas veces no sé ni cómo aguantaba".
"Lo mío no era los fines de semana. Lo mío era un lunes, un martes, un miércoles, un jueves, un viernes, un sábado, un domingo. En prensa, en radio, en televisión, en los entrenamientos, en los desplazamientos, en el estadio, en la calle y no podía decir nada. Y me lo tuve que comer, y me lo comí, de hecho", rememoró el excentral.
Fernando Sanz celebra ahora que se hable de la salud mental de los deportistas como un tema a tratar y cuidad con total normalidad: "Yo estoy encantado con todo lo que está pasando. Esto para mí es una maravilla, una maravilla, porque yo lo pasé muy mal y no pude ni hablar ni reír con nadie, ni con mi padre ni con mi nada. Tenía pavor de salir a la calle, muchas veces tenía que salir dos o tres minutos con la música a tope para no escuchar a nadie".
