Javi Rozada formará parte de la historia del Real Oviedo... para bien o para mal. El exentrenador del conjunto azulón ha hecho repaso de su trayectoria en una entrevista en La Nueva España, donde ha dejado frases muy interesantes. De su llegada, del sí para coger el primer equipo y de varios protagonistas que estuvieron a su lado. De todos, parece que su relación con el malogrado Francesc Arnau fue la más diferente. Para mal y para bien.
Rozada ha sido claro: "Me sentí traicionado porque él acababa de llegar y el que se había comido varios marrones había sido yo. En ese momento me enfadé y tuve un cruce de palabras con él. Pero pasado el tiempo estoy contento de haberlo arreglado. A los tres meses tomamos un café en La Mallorquina y empezamos a recuperar la relación".
Sobre todo tras el nuevo proyecto que emprendió Rozada en Santander: "Cuando fiché por el Racing fue de los primeros que me llamó para felicitarme y me dijo que cualquier jugador que quisiese del Oviedo, si era posible, lo tendría. Acabamos bien. Arnau era un buen tipo. Me afectó mucho su fallecimiento porque conocía a su familia. Fue un palo muy duro. Me dolió por él, por su mujer y sus hijos. Les mando un abrazo".
Rozada también entona el mea culpa por sus errores como entrenador del Real Oviedo: "Debí controlar mejor mis emociones. En Segunda División tienes que ser muy estable. Puedes ganar dos partidos, perder tres… Es una montaña rusa de emociones y si no las controlas te pueden pasar factura. Cuando ganábamos a veces me venía muy arriba, y cuando perdíamos, lo contrario, muy abajo. Lo tenía que haber manejado mejor".
Y mira a la cantera como uno de sus triunfos: "De lo que más orgulloso estoy, sin ninguna duda, es de los chavales. Llegué al Vetusta en Tercera y el único jugador que subía arriba era Viti. El equipo estaba mal visto en Asturias. Parecía que había cinco diferencias de categoría con el Sporting B. Estoy contento por eso. De aquella plantilla de Tercera, doce jugadores llegaron al fútbol profesional".