Este jueves, coincidiendo con la eliminación copera del Real Oviedo ante el humilde Andratx, se cumplían 91 años del fichaje del histórico Isidro Lángara al club carbayón procedente del CD Esperanza. El 1 de diciembre de 1930, el joven delantero de apenas 18 años llegaba a la capital del Principado para convertirse en leyenda del fútbol español.
Lángara jugó 193 partidos oficiales con la camiseta azul y marcó 256 goles. Sin duda, un goleador mayúsculo. Es el primer jugador en proclamarse máximo goleador tres veces consecutivas en Primera División. Además, el vasco cuenta con el mejor promedio goleador de la categoría (1,16 tantos por partido) y también es el único jugador que ha logrado encadenar tres hat-tricks consecutivos.
En 2017, la prestigiosa Federación Internacional de Historia y Estadística de Fútbol (IFFHS) lo designaba como el mejor goleador español de la historia y el vigesimocuarto mejor realizador del mundo merced a sus 336 goles en 287 partidos, un promedio que le situaría en segundo lugar de la lista, solo superado por el húngaro Imre Schlosser. Dicha selección, que encabeza Ferenc Puskás, recogía a dos grandes jugadores aún en activo, Cristiano Ronaldo y Leo Messi.
En 1934, Benito Mussolini tenía el poder en Italia, e hizo todo lo posible para que el Mundial se quedara en tierras transalpinas. Tras debutar con victoria ante Brasil con un doblete de Lángara, España se medía a la anfitriona en el Giovanni Berta de Florencia. Un partido marcado por la actuación arbitral, a cargo del belga Louis Baert.
Tras los 90 minutos reglamentarios y una prórroga de media hora, Italia y España no pasaron del empate, lo que obligó a que se disputase un partido de desempate. En este, celebrado el 1 de junio, la actuación arbitral del suizo René Mercet fue aún peor y más negativa para España, y tanto es así que como consecuencia fue sancionado a perpetuidad por su propia federación nacional. Finalmente, como estaba previsto, Italia se clasificó para satisfacción del régimen de Mussolini que vio en Lángara un peligro aún mayor que el de los antifascistas.
Tras el Mundial de Italia, la Alemania nazi de Adolf Hitler también decidió utilizar el fútbol como herramienta propagandística. Así, la selección española visitaba en 1935 el país germano por primera vez en la historia. Los locales llegaban al partido, celebrado en Colonia, tras su buen papel en la última cita mundialista, en la que había logrado el tercer puesto, mientras que la Roja no atravesaba su mejor momento. Motivos que llevaban al Führer a dar por segura la victoria de sus hombres.
Cerca de 82.000 personas, con el brazo derecho en alza y las esvásticas ondeando en las gradas del Müngersdorfer, entonaron el himno alemán y llevaron en volandas a los suyos hasta adelantarse por medio de Edmun Conen. Se las prometían muy felices, pero no contaban con la presencia de Lángara, que con un doblete de bella factura le dio la vuelta al marcador, dejando completamente helada a la afición local y provocando el enfado de Hitler.
Con la llegada de la Guerra Civil, Lángara fue encarcelado bajo la acusación de haber combatido contra los mineros en la Revolución de Asturias de 1934, pero finalmente fue puesto en libertad. No llegó a ir al frente por su condición de futbolista de élite, y en 1937 se unió al CD Euzkadi, una selección vasca que el presidente de la comunidad fundó con el objetivo de recaudar fondos para llevar atención a los numerosos refugiados que huían del conflicto bélico.
Ese verano, el equipo realizó una exitosa gira por Europa, visitando Francia, Checoslovaquia, Polonia, la Unión Soviética, Dinamarca y Noruega, logrando además 14 victorias en los 20 partidos que disputaron. Bilbao fue tomada por las fuerzas franquistas, que montaron una federación española de fútbol rival a la vasca que exigía que el equipo regresara a España, pero Lángara y sus compañeros pusieron rumbo a México, donde terminarían compitiendo en la Liga Mayor con equipos como el América, el Atlante o el Necaxa.
En 1939, con el final de la guerra, se disolvería el Euzkadi, pero Lángara decidió seguir en el exilio. Ya en el año 1946, regresó a Oviedo para brindar alguna tarde más de gloria a aquella afición que tanto le añoraba. Se despidió igual que llegó, con un doblete en su último partido, como hiciera 16 años antes en su debut. El de Pasaia murió en Andoain el 12 de agosto de 1992.
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— Real Oviedo (@RealOviedo) December 1, 2020