No pudo ganar, pero sí sumar. Ese es el resumen del empate sin goles del Real Oviedo ante el Málaga, en una cita en la que la necesidad de los locales tuvo peso. Pese a ello, los de Ziganda ya han dejado claro en reiteradas ocasiones que van muy en serio.
La tensión se apoderó del partido desde muy pronto y eso jugó en contra del Real Oviedo, que veía como la necesidad del Málaga imperaba. Eso no se tradujo en ocasiones clarísimas, pero sí en una continua muestra de peligro sobre el área de Femenías.
Tampoco es que el meta azul tuviera que intervenir mucho en el primer tiempo, más allá de un disparo dentro del área de Vadillo y de acciones aéreas. Por lo demás, el Oviedo fue sacudiéndose la presión inicial y controlando los tiempos, pero eso no se traducía en un cambio de rol. Los de Ziganda no conseguían hilvanar jugadas y, por consiguiente, no llegaban a la portería de Dani Martín.
El resultado de empate sin goles imperó en el marcador hasta que los jugadores se marchan por el túnel de vestuarios en el descanso.
En el segundo acto, la fiabilidad del Oviedo comenzó a hacer acto de presencia. Tras varios minutos de tanteo, el partido empezó a volcarse para bando carbayón. Sobre todo, desde la entrada de Sangalli y Joni Montiel. Fue Luismi el que disfrutó de una ocasión clarísima, pero su disparo se marchó fuera por muy poco. Minutos después, la tuvo Sangalli, pero su cabezazo se fue desviado pero cerca de la meta de Dani Martín.
La incertidumbre se apoderaba del partido mientras los minutos pasaban y con un Oviedo crecido en el momento clave. Sin embargo, no terminó de encontrar el camino del gol. En la recta final, el miedo de ambos a perder el punto provocó que el resultado ya no se moviera más.
Un punto con el que el Oviedo suma y sigue. Pese a que el resultado fue diferente al que últimamente tiene acostumbrado a su gente este equipo, la seña de identidad es la misma.