En Anoeta o lejos de San Sebastián, Patxi Iraizoz es un aficionado incondicional de la Real Sociedad que no ha tenido una vida fácil. Si has acompañado en el último medio siglo al equipo txuri urdin a algún partido, lo habrás visto. Puede que no sepas su nombre, pero seguro que conoces su indumentaria habitual: una boina llena de pines, una bufanda y una bandera realista.
Siempre es la misma, a sus 75 años, Patxi sigue sin dejar sola a la Real Sociedad, su gran refugio ante las tragedias que le ha tocado afrontar. Se le murió una hija en sus brazos, algo que su matrimonio nunca llegó a superar y lo llevó a la ruptura, sufrió una grave caída de más de 20 metros de altura y se tuvo que hacer cargo de los cuidados intensivos de su madre durante más de 12 años porque otros miembros de su familia no podían.
Este admirable y entregado aficionado lleva desde la temporada 66/67 siendo uno de los más fieles compañeros de viaje del cuadro txuri urdin. Una pasión que unida a su citada vestimenta. ¿El motivo? La promesa que le hizo a su hija fallecida. Esta es la forma en la que confluyen las dos grandes historias de amor de su vida: la de su hija que le acompaña desde el cielo y la de su pasión por la Real.
"Llevo 51 años viajando así, desde cuando las banderas eran de rayas azules y blancas y no tenían escudos. He ido por todos los sitios de España y de Europa", cuenta Patxi a ElDesmarque en su desplazamiento a Sevilla para ver el partido contra el Betis en el Benito Villamarín.
"Siempre tengo que ir con la bufanda en la mano, no me la puedo poner en el cuello porque si no, no sería lo mismo. Se me murió mi hija en los brazos mientras le decía 'te quiero, te quiero' y le hice una promesa. Mire para arriba y digo 'tengo que comprarme una gorra de la Real, una bandera y una bufanda'".
Dicho y hecho. Con el recuerdo perenne de su pequeña, ha ido durante más de 50 años escoltando a la Real Sociedad y sumando pines a su boina (más de 60), que casi no tiene huecos para más. Tanto ha viajado que Patxi afirma que "la gente me dice que yo tenía que viajar con el equipo por todos los años que llevo, que soy como si fuera el abuelo".
Y es que no es nada sencillo para Patxi seguir al club de sus amores por tantos campos y ciudades: "Ahora estoy jubilado y viajo cuando puedo. Si tienes para comer y poco más como yo, es difícil. Para poder viajar a sitios como Sevilla o Barcelona tengo que estar 10 días sin salir. Modestia aparte, tiene mucho mérito. Soy una persona humilde, pero muy querida por la Real".
Con esta entrega por los colores de su equipo, normal que sea querido por todos. Mientras le acompañen las fuerzas, Patxi Iraizoz seguirá cumpliendo su promesa y viajando por todos los lugares con su gorra, su bufanda y esa bandera que nunca se cansa de ondear.