No siempre es fácil conocer aspectos personales de la vida de los futbolistas. Lograr que se abran en una entrevista se hace cada vez más complicado, aunque hay ocasiones en que lo hacen y su naturalidad sorprende por novedosa. Mikel Oyarzabal, extremo de la Real Sociedad, es uno de esos jugadores que, a sus 22 años, tiene la cabeza muy bien amueblada y su humildad es una de sus mayores y mejores señas de identidad.
En una entrevista que ha concedido a El Mundo, Oyarzabal ha hablado poco de fútbol, mucho de la vida del futbolista y sobre todo de lo que hay más allá del verde del césped. El joven, que nació y creció en Eibar, ha tenido una carrera futbolística plagada de grandes éxitos pero fuera de la opulencia que suele rodear a esos triunfos. Recientemente campeón de Europa con la sub 21, el eibarrés ha acudido a la llamada de Robert Navarro con la absoluta para los partidos de clasificación para la Eurocopa 2020 ante Rumanía e Islas Feroe.
Allí, este graduado en Administración y Dirección de Empresas (ADE), ha vuelto a demostrar de qué pasta está hecho. Durante la carrera decidió compartir piso con unos amigos, compañeros de su cuadrilla de toda la vida, algo inusual en un futbolista de élite: "Eran tres amigos de la cuadrilla de toda la vida. Dieron el paso adelante y se fueron a compartir piso y no me lo pensé. Eso me permitía seguir con el fútbol y a la vez que me echaran una mano con los apuntes, etc...".
Ya ha terminado su carrera universitaria, algo que siempre ha tenido muy claro que quería hacer: "A mí nunca me ha costado mucho estudiar, la verdad. Se me ha dado bastante bien. Empecé la carrera antes de asentarme en Primera y tenía claro que la quería terminar". Oyarzabal piensa que "al final en la vida no sabes lo que puede pasar. Este trabajo está muy bien remunerado y gracias a Dios seguramente no tengamos problemas económicos a lo largo de nuestra vida, pero nunca sabes lo que puede pasar o lo que puede venir. Tener esa segunda oportunidad es necesario".
Son varios los conocimientos que ha adquirido en la universidad, en especial sobre cómo ser un buen empresario: "Es obvio que hace falta tener conocimientos de la materia a la que te vayas a dedicar, pero el hecho de saber liderar un grupo, llevar a las personas, es importante. Porque antes que futbolista, o trabajador, se es persona, y muchas veces lo más importante es eso. En la teoría parece fácil, pero la práctica... Cada persona es un mundo, tiene cosas diferentes dentro de sí y hay que saber tratar a todo el mundo como merece".
Para Mikel Oyarzabal, ser futbolista es estar en el punto de mira de muchos jóvenes que van a imitar y seguir tus comportamientos. "Es un espejo en el que muchos niños se fijan, así que aparte de lo que haces en el campo, hay que tener una vida luego a la altura de las expectativas de la gente. Tenemos mucha trascendencia en mucha gente y hay que dar ejemplo", resalta el extremo de la Real. "Es algo que va en el trabajo, no es por el hecho de ser quien eres, sino por la trascendencia que tiene lo que haces, que en este caso es jugar al fútbol cada fin de semana", sentenciaba.
Cuando Oyarzabal no tiene las botas puestas hace vida normal. Algo que no sorprende, puesto que como él mismo reivindica, los futbolistas no dejan de ser personas. "Lo que todo el mundo. Veo películas, series... Me gusta desconectar y estar mucho con mis amigos, salir de la burbuja en la que vivimos los futbolistas", relata. Y habla de una burbuja impuesta por la sociedad y el entorno que rodea a los jugadores: "Yo haría la misma vida que hago si no fuera futbolista, pero no sé si hay muchos casos que puedan decir lo mismo".
Mikel Oyarzabal tiene un pie más grande de lo que suele ser habitual en un futbolista tan técnico y preciso como él: calza un 47. Algo a lo que ya se ha acostumbrado, puesto que es un rasgo que le ha acompañado desde siempre. "Vivo con eso desde que tengo uso de razón. Igual no es lo más habitual, pero para mí sí lo es. De joven ya tenía el pie así de grande, así que para mí no es nada extraño", recalcaba el eibarrés.